The Very Thought Of You: Billie Holiday

abril 6th, 2009 § 0 comments § permalink

Billie Holiday ha sido uno de mis grandes amores. Como se puede amar a alguien que jamás se ha conocido, pero que aún así te marca de por vida, y no podría encontrar una mejor definición para expresar lo que siento por ella que un noble y ciego amor. Ya hace más de veinte años que la descubrí. Algunos dirán que veinte años no es nada, pero para mí es más de la mitad de mi vida, y sí, su música ha hecho la travesía conmigo durante un largo camino de buenas y malas épocas, pero de dichosa compañía musical.

Hace ya casi diez años, durante la semana de mi cumpleaños, recibí un regalo anónimo por correo. Sabía por la envoltura que se trataba de una pieza de arte o fotográfica. Cuando abrí la caja encontré una litografía de serie de un retrato de mujer, una mujer que enseguida la identifiqué como a mí misma. Siempre he sido así de tonta, sin motivo ni justificación más que un mínimo detalle o un impulso emocional, me creo algo que de pronto se fija en mi mente y a mover todas las vacas en esa dirección. Me pasé el día atareada, tratando de desenmascarar el misterio del cuadro. No comprendía la broma de mal gusto, no recordaba haber posado para esa pintura, pero cada vez me parecía más a la mujer del retrato. El misterio continuó hasta que mi esposo llegó a casa, ansioso por ver el cuadro para apreciar el increíble parecido. Sin embargo en cuanto le echó un vistazo inmediatamente sentenció que en nada nos parecíamos esa mujer y yo. Para empezar la del cuadro casi me doblaba en edad, además era negra, y fíjate en los labios, me dijo, “son mucho más carnosos que los tuyos”. Era cierto todo lo que me decía, pero yo aún le encontraba el parecido conmigo misma, aunque su hallazgo hizo inevitable que tomara en cuenta lo torpe que estaba actuando, y claro de que esa mujer no era yo sino Billie Holiday. Después me enteré que había sido mi suegro el que me lo enviara, un hombre reservado que normalmente no creía en los regalos, a no ser cuando era el regalo quien escogía al regalador. Un misterio indefinido nos unía a esta mujer, a la pasión que sentimos por su música. Además, él consideraba que sí nos parecíamos, por eso cuando vio el cuadro no dudó en enviármelo por mi cumpleaños. Presente que por el resto de mi vida guardaré en mi memoria y en alguna pared de mi casa con vasto y entrañable cariño.

¿Cómo podría explicar la música de Billie? Es una experiencia, un extracto de vida, un indestructible pilar de la más exigente sonoridad y armonía. Se destacó como una de las jazzistas de más influencia con un estilo vocal realmente único y definido con el cual tantos hemos caído en profundos embelesos. Su voz es, cómo decirlo, la voz más conmovedora de todos los tiempos, la más hermosa que he escuchado en mi vida, simplemente inconfundible, refrescante, intoxicante, melancólica, expresiva, profunda, bondadosa, de una rara y exquisita belleza. Escucharla es caer en un estado glorioso y delirante a la vez, es saltar de nube en nube, y también arrojarse al precipicio.

Su dificultosa vida había comenzado desde pequeña. Hija de madre soltera, a los nueve años había ido a parar a un orfanato de afroamericanas, donde había sido sexualmente abusada en más de una ocasión. A los quince se mudó a Harlem, Nueva York, en búsqueda de su madre a quien encontró trabajando en un prostíbulo. Su vida cambió en pocos años, y esa hada musical por fin fue descubierta en un club de jazz a los dieciocho años para deleitar al mundo, para dosificar un poco el trabajo arduo que puede resultar la cotidianidad de toda existencia humana.

Sus relaciones amorosas fueron mayormente destructivas y abusivas, y la transparencia con la que cantaba sus canciones lo reflejaban. Sus casamientos terminaban en divorcios. Billie Holiday además de abusar del alcohol, comenzó a fumar opio, y luego a darle diversos usos desmedidos a la heroína. Cuando su madre falleció, Billie apenas tenía treinta años, pero fue entonces cuando escaló en el abuso de drogas y alcohol para adormecer el dolor y la congoja que le había dejado la muerte de su madre.

Más adelante Billie fue detenida y encarcelada un año por posesión de narcóticos. Su abuso con las drogas y el alcohol no tuvo límite hasta que desgraciadamente en 1959, cuando aún yo no nacía, perdimos a una de las voces más magistrales, adorable, conmovedora y capaz de trasportar a una intensidad emocional de la más elevada, mediante la más sublime entonación.

Nada podía detenerla, sin embargo nadie dejaba de adorarla aún cuando su imagen se volvía tan turbia y su voz se perjudicaba, o a mi entender se transformaba, porque continúo apreciando todas sus facetas vocales. Pero ella no estaba bien, no encontraba la paz para sobrevivir decentemente en este desafío que es la vida.

Sería imposible recomendar algún disco en particular, pues toda su obra musical, todas sus grabaciones, todo lo que su distinguida voz tocó se convirtió en magia y dulce armonía, especialmente durante los primeros años de su carrera. Con el pasar del tiempo, sus cuerdas se fueron añejando, como un gran brandy, con las desdichas, las tristezas y las miserias de la vida, pero manteniendo siempre un espíritu desenfadado, un carácter alado, tierno, reconfortante. Su atolondrado existir se reflejaba en esa voz sagrada, dispuesta a siempre traducir el sentimiento con exactitud, con la calidad más nítida que una voz pueda expresarse. Desde la inocencia de sus comienzos hasta su agonizante final, su voz era la voz de todos los tiempos.

Cada vez que dejo de creer en la pureza, en la inocencia, nada más regreso a sus primeras grabaciones e inmediatamente me dejo abrazar por la colcha tibia que se vuelve mi entorno, y soy sólo oídos para el hechizo enigmático que me agasaja íntima y sutilmente.

Esta semana es el cumpleaños de Billie Holiday. Quisiera que el mundo entero la recordara como la diosa que era. Aquí dejo dos minutos y cuarenta y tres segundos de la más grata y pura expresión musical. La canción que me atrapó para siempre. «The Very Thought Of You».

Penemorfosis

abril 2nd, 2009 § 2 comments § permalink

Venía caminando por la calle principal en Coral Gables, se detuvo a comprar un café y luego se sentó a beberlo en un banco mientras telefoneaba a su hermana. Él se sentó a su lado sin que ella se diera cuenta, la escuchó hablar unos cinco minutos. La detalló minuciosamente, se le acercó al cuello para aspirarla e inmediatamente reconoció ese olor dulzón que en algún momento en el trayecto de su vida lo había vuelto loco, y que ahora, años más tarde, aún continuaba torturándolo. Tocó su delicado cuerpo en el aire, para que ella no lo notara, y de golpe se sintió brevemente feliz. Había perdido la cuenta de los tantos años que no veía a esta mujer, había tratado de olvidarla, claro, pero verla nuevamente era reconfirmar que el olvido a veces es imposible. Ella le había colgado a su hermana hacía ya unos minutos. Permaneció distraída, contemplando la turbación y el movimiento al parecer confuso de aquellas aves que se conglomeraban a esa hora de la tarde. Cuando se giró inmediatamente se encontró con su mirada herida, y sin sorprenderse, como quien había esperado ese momento por los años de los años, se sonrió y lo abrazó. Él la tomó en sus brazos y se afincó a su cuerpo como si se tratase del último árbol con vida en todo el planeta, y así permanecieron un tiempo indeterminado. Ella tampoco lo había dejado de querer. Pero quererlo no era tan fácil, no era vida, en cambio esquivarlo era una mejor forma de realizarse, de deslizarse por su emancipado y ligero existir. Sin embargo había contraído matrimonio, claro que con alguien que la dejaba volar libremente, no como éste que tenía delante que la adoraba tanto que deseaba enfrascarla en un pomito con tapa y sólo sacarla a escondidas, lejos del mundo y sus tentaciones. Ella no había soportado esa forma de subsistir, y una mañana recogió sus cosas y se marchó sin dejar ni una nota de despedida. A él le había costado mucho superar su partida, mas no dedicó ni un instante a buscarla pues sabía que no la merecía, que sólo era capaz de quererla obsesivamente. Ahora que la tenía frente a él se sentía nuevamente ofuscado, impotente, deseando que ella no regresara a casa junto a su marido perfecto. Comenzaron una relación de amigos. Se hablaban diariamente, se encontraban a la hora del té, se enviaban textos, emails, canciones. Y en menos de dos semanas habían vuelto a caer en la trampa. El esposo estaba de viaje por una temporada dedicado a su oficio, la arqueología. Entonces los amigos hablaban hasta hartas horas de noche por teléfono, se deseaban de manera concreta y absoluta, con esa determinación que imponen ciertas áreas del cuerpo, imposible de ignorar. Cuando despertaban aún se encontraban en línea, semidesnudos, empapados en sudor o líquidos corporales. Él por fin le propuso que se amaran una vez más y luego se volverían a distanciar como lo habían hecho en aquellos años que habían transcurrido. Primero ella se negó, realmente no concebía las infidelidades, pero luego recapacitó y decidió que sería mejor concretar ese acto carnal antes de que se volviera una obsesión como en tiempos lejanos. Le propuso ir a verlo al día siguiente, un sábado. Él le pidió que se pusiera un vestido vaporoso de esos que él recordaba en ella y lograban hacerlo babear. Ella obedeció. Cuando llegó y él abrió la puerta pensó ver un hada encandecida. Sin embargo, ella entró fría, estoica, e inmediatamente le advirtió las condiciones del juego. Él podría escoger entre dos opciones, tenerla en su cama las próximas cuatro horas o permanecer amigos. Si elegía la primera, podrían revolcarse el tiempo acordado y luego se iría para siempre. Si elegía la segunda, se quedaría en su vida para siempre, pero sólo como amigos. O sea, pasión o amistad. Como él vivía en un estudio pequeño y la cama era también el sofá, se tumbaron los dos bocabajo. Mientras él se decidía la miraba, le acariciaba el pelo, se complacía de sólo tenerla tan cerca. Pasó una hora más o menos. Entonces él anunció su decisión. Amigos para siempre. Pero en el acto, sin hablar más del asunto, le arrancó violentamente el blúmer. Ella no impidió lo que vino después, ni siquiera se dio la vuelta. Comenzaron a amarse, a temblar, a titiritar. Él la miraba con esos ojos tristes que ella nunca había podido olvidar. El mismo magnetismo de mil años atrás se efectuaba entre los dos. Él la penetró tan pero tan fuerte, como si nada en esas cuatro paredes fuera suficiente para saciarse. Finalmente él le suspiró algo al oído, ella lo miró a los ojos nuevamente y le dijo que ella también lo odiaba. Cuando se cumplió el tiempo pactado, ella se vistió, le dio un beso y se fue con su olor haciéndole sombra, aunque conciente de que en cualquier momento hasta eso tendría que ocultar. Pasaron los días, cuando de repente, estupefacta, se sorprende al caer en cuenta que ni siquiera lo ha extrañado. Se siente deshonesta por la traición, por momentos arrepentida, aunque sabe perfectamente bien que no había otra salida. Sin embargo, se queda confundida, cavilando en una idea fija e inverosímil. Y es que tenía otro recuerdo de aquel miembro viril que tanto placer le había proporcionado. Lo recordaba diferente, mucho más delgado y muchísimo más largo, pero durante esas horas de infinito placer había confirmado lo opuesto, era no sólo pequeño, sino que desmedidamente ancho y de un color diferente a aquella tonalidad entre café y canela que ella estaba acostumbrada. ¿Cómo era posible semejante trasfiguración? Nunca se enteraría.

Violaciones: Si es que no te matan, te curan… ¡ja!

marzo 29th, 2009 § 0 comments § permalink

Hace un par de semanas leí un espeluznante artículo y vi su respectivo vídeo, el cual me aterrorizó por completo. El artículo del diario The Guardian, del Reino Unido, contaba la historia de Eudy Simelane, la famosa futbolista sudafricana que fue raptada y brutalmente asesinada el año pasado, y como resultado, el aumento de estos crímenes con el mismo propósito. Su perturbadora muerte hasta el momento no ha modificado absolutamente nada en las leyes que podrían, o más bien deberían, proteger a las lesbianas, y las autoridades continúan haciéndose los de la vista gorda cada vez que aparece una nueva víctima muerta o violada, aún cuando la evidencia más clara, imposible.

Simelane era una joven valiente, la primera mujer lesbiana que había decidido vivir abiertamente en Kwa Thema. Además se había convertido en una activista voraz, abogando por la justicia e igualdad para las mujeres homosexuales de su país, que hasta el momento no cuentan con la protección necesaria, al parecer ni para ir tranquilamente al mercado de compras.

La madre de Simelane no comprende cómo es que alguien ha podido matar a su hija de ese modo, con 25 puñaladas por la cara, el pecho, incluso debajo de los pies. Una deportista con la vida por delante, sin vicios, generosa, entregada a la mejoría de su comunidad, que simplemente decidió tomar el único camino que para ella era posible, el de la verdad. Las lesbianas viven intimidades con sus parejas, se quieren como se quieren todas las parejas del mundo, sin involucrar a nadie en sus asuntos, y eso en Sudáfrica es considerado para cierta parte de la sociedad un crimen que ha de ser castigado cruelmente para eliminarlo, o como bien lo justifican ellos mismos, crímenes que reforman. Sin embargo estos virulentos asesinos siguen sueltos violando y matando a mujeres inocentes que ellos consideren se desvían de la orientación sexual que toda mujer debe seguir. ¿Cuál es el resultado de tanta desfachatez? Que a estos grupos de hombres se les consideren como doctores que curan a pacientes enfermas, mientras la legislatura judicial se cruza de brazos.

Se sabe que el mundo no se puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos, y menos en zonas de tanta pobreza y poca educación e información. Tal vez la muerte de Simelane era el punto de foco que el mundo necesitaba, eso es lo que uno pensaría, pero su muerte hasta la fecha es injustificada, tanto en las calles como en las cortes de Sudáfrica, como lo son todas las que le han seguido. Es incomprensible apoyar un crimen de esta magnitud, pero aparentemente allí nadie está pagando por las barbaries que han cometido y se siguen cometiendo al menos diez veces por semana, ni por las tragedias que continúan causándole a tantas familias. ¿A dónde vamos a parar entonces si cada cual decide el bien y el mal?

Es inútil tratar de explicar por qué hay lesbianas en este mundo, tan inútil como explicar las razones por la cual existimos todos. Pero de algo podemos estar seguros, y es que estos crímenes jamás conseguirán convertir a una lesbiana en heterosexual. Es decir, que ni siquiera dan el resultado que tantos buscan. Estas mujeres continúan viviendo con su verdad, aún cuando las amenazan y las martirizan, porque el lesbianismo, muy a pesar de lo que ciertos grupos garantizan, no es una enfermedad, por el contrario, para estas mujeres es un hecho incambiable, un tema de vida o muerte, un destino del cual no están dispuestas a darle la espalda, así les cueste el último buche de aire.

Mientras que esos grupos de hombres bestializados, obviamente frustrados, acobardados por la vida, se toman la libertad de desquitarse, de sacarse toda la roña que llevan por dentro por razones muy otras a las que dan a conocer, convirtiendo sus motivaciones en supuestos crímenes de corrección, mujer tras mujer se ve fatalmente atrapada una vez más por la injusticia y la inclemencia, en las malvadas garras de fieras enloquecidas. Pues bien, si cada cual va a tomar represalias contra quien le parezca que no hace su voluntad, entonces arrojemos por los balcones a los bebés llorones para que se callen de una vez por todas, peguémosle a los perros cuando nos desobedecen para corregirlos, droguemos a las abuelas que ya no pueden caminar deprisa para que se apuren, castiguemos a los jóvenes con acné para no ver tanta asquerosidad, matemos a los ejecutivos que hacen promesas que no cumplirán, encarcelemos a quien se atreva a poner un cuerno para que no lo vuelvan a hacer. Violemos a esos hombres que han de violar para corregir, así también ellos corrigen su incontrolable malicia. ¡Libre albedrío para todos!

Lo más triste, indígnate y escalofriante en cuanto a este tema es que no hay que ir a Sudáfrica para encontrar tanta gente necia; que los racistas, los predadores sexuales, los ignorantes que prejuzgan y diabólicamente matan a homosexuales y a lesbianas por su simple orientación sexual, están regados por todos lados, aquí mismo bajo mis narices. Cómo alguien puede dedicar todo su esfuerzo y su atención a un tema que no le afecta en lo absoluto, jamás lo entenderé. Pero lo que sí sé es que no está bien, no, no y no. NOT OK. La ley, si va a tener el mando sobre la justicia y la injusticia, ha de tomar las medidas necesarias para acabar con el libre albedrío con el que ciertos grupos mangonean como más les conviene, aquí, en África y en la conchinchina.

Dejo el enlace de artículo y el vídeo de las entrevistas a algunas de las mujeres víctimas de estos asesinos, locos de atar que siguen sueltos, lucubrando otros ataques a mujeres inocentes.

http://www.guardian.co.uk/world/video/2009/mar/12/south-africa-corrective-rape

Desdicha para quienes se quedan

marzo 22nd, 2009 § 0 comments § permalink

Acabo de terminar una novela que me ha encantado, de la francesa Anna Gavalda, Je l’aimais, y que me dejó absorta en pensamientos de una cristalina cronología en cuanto a los amores y sus (en algunos casos, imprevistos) finales que me han tocado tan duro como suave. Trata sobre una mujer de veintiocho años, guapa e inteligente que está atravesando por una separación devastadora, en el momento en que menos se lo esperaba. Todo parecía irle bien, tenía una familia extraordinaria, dos hermosas hijas pequeñas que la colmaban de armonía y estabilidad, mientras se sostenía hipnotizada por un marido infiel que de repente la deja por otra mujer más joven aún. La trama se desarrolla en una casa en las afueras de Paris, donde el padre del marido conduce negocios y pasa temporadas indefinidas, y la ha invitado a pasarse unos días con las niñas para despejar un poco.

El suegro es un hombre de pocas palabras, estoico, que no opina a menudo, silencia cualquier comentario que le venga a la mente, y se da vuelta en forma ecuánime cuando alguien le acecha una mirada inquisitoria. Pero lo verdaderamente fascinante de la historia es que precisamente se trata del suegro, sobre su vida y la profundidad de sus sentimientos aparentemente inexistentes, que la novela nos revela poco a poco y nos vamos dando cuenta no son para nada moldeados de acero, como él se esmera en aparentar. Se llama Pierre y tiene 65 años si mal no recuerdo. Su intención, no queda claro si fue planeada o se produce espontáneamente, es contarle a Chloé, la mujer que su hijo ha abandonado, la saga de su vida, del hombre cobarde que decidió quedarse, en comparación con lo que él considera el coraje de su hijo que ha tomado la decisión de marcharse sin mirar atrás.

Pierre se había casado aún siendo muy joven con una muchacha de quien estaba enamorado, como se puede amar a esa edad. Se entregó a su esposa, a su familia y a su empresa y vivió de manera robótica con una imagen intachable hasta que un día al cumplir 42 años conoce a una mujer que le tuerce la vida, que despierta en él sensaciones nunca antes experimentadas, y a quien le causa un enorme sufrimiento mediante promesas insustanciales por varios años hasta perderla para siempre por no atreverse a dejar a su esposa Suzanne, una mujer con quien tenía una relación estable, aunque lejos de manosear aquella inevitable e inagotable felicidad que sentía junto a su amante, Matilde.

Pierre frustrado, herido y derrotado decide quedarse para no tornarse en un canalla que abandona a su familia. A medida que van pasando los años se va convirtiendo en un ermitaño, en un hombre despreciable y malhumorado, que demuestra poco o ningún interés más que el que se le exige, por sus hijos o su esposa, mientras por dentro se consume por un amor tronchado. Se descubre el motivo de su pasiva crueldad a partir de esos años que decide darle la espalda a la mujer que amaba, y quien lo había marcado como nadie en su redundante existir, que le había dado a probar de un brebaje deliciosamente adictivo provocando en él una insospechada felicidad que en el corriente de sus días, semanas y años había desconocido o ignorado por completo. Con ella había descubierto un sentimiento de paz, un orgullo de ser quien era. En Matilde, Pierre había encontrado el hechizo que le devolvía el deseo de amar cada vez que la tenía cerca. Pero eso amor estaba destinado a ser atropellado por la costumbre, y Pierre renunció a su amante para cumplir con las reglas de la sociedad, con la promesa que le había hecho a Suzanne de hasta que la muerte nos separare, y desde ese momento en adelante se desata una depresión incurable.

Meditando sobre ese tema no pude menos que sentir rabia por la decisión que Pierre había tomado, pues a veces nos cuesta más ser felices que llevar una vida tranquila y aburrida. Tal vez si Pierre se hubiese dejado llevar por sus emociones habría hecho a su familia más feliz, ya que el pago por quedarse fue convertirse en su peor versión, en el hombre déspota, en vez de arrojarse a esa oportunidad que tanto lo estremecía y dejar que los detalles a su alrededor cayeran en su sitio a medida que caminara el tiempo, acoplándose como es habitual con todo en esta vida, siempre y cuando cumpliera con sus obligaciones de padre. Sin embargo, cuando su esposa Suzanne lo confronta, lo maldice y lo amenaza con destruirlo, aún cuando él acepta su culpabilidad y ofrece ayudarla monetaria y emocionalmente, ella termina rogándole que no la deje, para así continuar con su vida sin cambiar el más mínimo detalle cotidiano, por aburrimiento o por rutina, es difícil distinguir sus motivos, pero definitivamente no por amor y menos por pasión.

Me pregunto ¿hasta qué costo estamos dispuestos a mantener una relación así nos triture por dentro?, y si ¿valdrá la pena quedarse en una relación para no separar o herir a la familia? Creo que mucho depende de la situación, supongo que si uno se va a quedar para ser completamente infeliz y transmitir esa agonía a los seres que ama, quizás no valga la pena. O si vas a permitirle a alguien que se quede para reprocharle el resto de la vida qué hizo o dejó de hacer, ¿cuál es el placer? Por mi parte lo que tengo bien claro, esa responsabilidad no la quiero encima ni loca. Si bien es verdad que prácticamente hablando no creo en el divorcio, mucho menos en las personas que se quedan en una relación para no causar dolor, cuando en cuerpo y en alma se entregan a otra persona por años y años, hasta que esa relación también se destruye, y en un final tantas personas terminan perdiendo.

El orgullo de una mujer es más fuerte que esos pilares invisibles que sostienen la tierra dentro del universo, y el mío no varía mucho, pero si alguien me dejó para ser verdaderamente feliz, me enorgullezco de esa persona, de haber tenido la sabiduría de comprender el valor entre un sentimiento leve y uno más profundo, digno de arriesgarlo todo. Y si mi pareja actual llegara conocer a una mujer que le haga sentir en distancia de años luz sensaciones que no soy capaz de ofrecerle, seré la primera en facilitarle la libertad de elegir el camino a esa dicha que pocos encontramos y más de uno dejamos escapar.

Amigos: c’est tout

marzo 16th, 2009 § 0 comments § permalink

¿Será real aquello que dicen que entre los hombres y las mujeres no puede existir una verdadera amistad? Yo creo que sí se puede, como mismo las lesbianas son amigas aunque no sean amantes, y los gays también. Porque sería más que ilógico, una ofensa, imaginar que todas mis amigas lesbianas me desean de un modo sexual, o asumir que todos mis amigos gays cada vez que se reúnen participan en una orgía. Entre el hombre y la mujer sucede algo parecido, puede haber una atracción y seguir siendo amigos, nada más.

Dicen que la amistad entre sexos opuestos no es fácil pero tampoco imposible, a mí me parece que simplemente es diferente, pero ni más duro ni más complicado de lo que ya son las típicas exigencias y los sacrificios que presenta cualquier tipo de relación con quienquiera que sea. Con las amigas solemos comportarnos de uno modo, y con los amigos de otro. Hay cosas que sólo se pueden discutir entre mujeres, como también en ocasiones disfruto mucho más compartir ciertas cosas con hombres amigos. Por ejemplo con los hombres me encanta escucharlos hablar sobre sus relaciones amorosas, de las mujeres que llegan y las que se van, los motivos por los cuales no se comprometen con unas y sí con otras, las ambiciones que les quitan el sueño, las desilusiones por las que has atravesado. Las pasiones de los hombres son distintas a las nuestras, o por lo menos manifestadas de otra manera, una manera que a mí me agrada mucho. Cuando hablan del cine, de la música, de los viajes, del arte, de un libro, siempre encuentro un tono diferente en sus descripciones, en la forma de enfocar las conversaciones y de expresarse, asombrada a menudo por la similitud de pensamientos a pesar de los diversos caminos que allí los conducen. Algunos hombres son muy buenos para escuchar, y sólo te miran a los ojos con aprobación o desaprobación, pero no siempre desmantelan su verdadera opinión, aunque te estén juzgando, quizás por miedo a molestarnos. Me gusta esa timidez que entre amigas no existe y a veces cuando no estás de humor cae tan bien escuchar exactamente aquello que necesitamos oír. Me hacen recordar mucho a mi perro Domingo, pero en el buen sentido de la lealtad, la paciencia y la admiración, porque los hombres admiran a las mujeres con una curiosidad legítima, sorprendentemente afable. Con ellos también se tocan más los temas familiares, especialmente las relaciones con los padres y los hermanos, mientras que con las mujeres nos sentimos más cómodas hablando de nuestros amantes o maridos.

Entre mujeres suponemos muchas cosas acerca de los hombres que luego confirmo lo equivocada que estábamos. Y vamos, es que con un hombre no vas hablar de las rebajas del Gap, ni del ciclo menstrual, ni de las últimas monerías que hacen tus hijos, ni de los desastres que suelen ocurrir en el cuerpo pasado los treinta, o lo estropeado que se quedan los pechos después de amamantar, ni de los chismes sin importancia que ruedan de lengua en lengua sin un decisivo motivo o destino. A ellos no les puedes pedir que te acompañen al baño para reaplicar el maquillaje mientras partidas de la risa critican a la novia que el amigo se ha dignado a presentarles. Con ellos no vamos a discutir temas que abarquen ningún tipo de cifra en relación con nuestra edad o nuestro cuerpo a no ser que se trate de la talla del ajustador. No vamos a mencionar la cantidad de calorías que hemos consumido en un día, y menos que menos hablar de azúcares o carbohidratos cuando muchos hombres no saben ni lo que son las grasas saturadas. Pero tienen otras cosas para ofrecernos en una amistad que me hacen sentir muy a gusto, aunque muy diferente a cuando comparto con amigas.

De entrada no se puede negar que entre un hombre y una mujer siempre va a existir esa tensión sexual, aún en esos casos que ni siquiera se desean mutuamente, es decir que hasta subconscientemente existe un deseo por el simple hecho de ser sexos apuestos. No pretendo defenderlos, pero supongo que a mis amigos les sucederá lo mismo que me sucede a mí cuando ellos se arreglan y lucen guapos y me les quedo mirando, me gusta vacilarlos, como mismo vacilo a mujeres que me parecen atractivas, pero eso no quiere decir que ese deseo efímero se tenga que convertir en un acto carnal. Fantasear es un cosa y realizar esas fantasías ya es otra cosa, muy otra.

Nos lo han dicho los sicólogos, que el hombre y la mujer son como por decir el extraterrestre y la terrestre (o viceversa para no provocar a nadie), somos contrarios, tanto así que por más fuerte que sean los lazos de amistad, normalmente va a existir algo más, tal vez dudoso, tal vez un poco tramposo y hasta fuera del alcance de las nociones que más o menos entendemos, pero principalmente manejable en casi todos los casos. A lo que me refiero es que auque exista esa tensión que suele ser tan incómoda como placentera, eso no significa que la amistad sea irrealizable.

Claro, que a veces las cosas no salen como las planificamos. ¿A quién no le ha sucedido que el afecto que suponíamos era puramente amistoso, de golpe se sale del plato? Y toma un forma gigantesca, que se adueña de los controles que hasta el momento nos ayudaban a funcionar como gente normal, y qué va, fuera y más allá de nuestros dominios y por supuesto en contra de la razón, ese cariño se torna en una irremediable pasión que tarde o temprano va a acabar con la amistad. Bueno, ahí sí que hay que poner un pare porque no se puede tratar a una persona como una cosa cuando el deseo y el corazón te piden otra, especialmente si esa persona no te corresponde, pero esos son casos aislados, específicos, atípicos pues es improbable enamorarse de todos los amigos. Ahora si se trata de una sencilla atracción, no veo el problema en lo absoluto. ¿A caso no es así como llegamos a casi todas las personas que están en nuestras vidas? En mi caso es así, existe un magnetismo que me dirige a algunas personas y a otras no. Con algunas nos convertimos en amigos y con otras la atracción inicial se desparrama y cada cual sigue por su lado, por el rumbo de la vida, atrayendo a nuevas personas y sumándolas a las listas de amistades o a las del olvido.

Si se acepta como tal, que entre un hombre y una mujer existe un placer misterioso en ese deseo imposible (que de ninguna manera ha de ser doloroso) de realizar, la vida toma otros colores. Las amistades no tienen que ser carentes del deseo o impulso sexual siempre y cuando se trate de una expresión corporal y no física o emocional. Digamos que para lograrlo lo más importante es tener las intenciones bien claras por ambas partes, los sentimientos pueden variar, pero las acciones si se mantienen en la raya, es ahí donde suelen florecer magníficas y entrañables relaciones, a partir de un disfrute por la fruta prohibida, incluso cuando estamos claros que esa atracción es más coco que otra cosa.

Ciclonudistas llegan a Miami

marzo 5th, 2009 § 0 comments § permalink

Digo, es que esto de ninguna forma puede ser favorable para el aparato genital. No es que tenga nada en contra, qué va, hasta me dan ganas de montarme en mi Electra azul y aventurarme por la gran vía, sin el estrés de las cuatro gomas, a mi propio ritmo, sumergida en el entorno, hipnotizada por los detalles que se asoman con la ilusión de ser mejor examinados. Completamente desnuda, libre de la licra y el poliéster, podría hasta enumerar los flamboyanes paridos que voy dejando atrás, saludar a los desconocidos que cortan la hierba de los patios, a las mujeres que baldean los portales, a los viejitos que pacientemente esperan la guagua. Qué conveniencia, especialmente durante esos meses de verano que ya se avecinan y bajo este sol rajante que busca guarida aquí en el cielo miamense, hasta la tela más ligera produce sobre mi piel una urticaria y una aguda referencia de un dolor más o menos enmascarado por el sudor. Más bien estoy asombrada, anonadada, y es que mi bicicleta a menudo me sorprende con un tembleque que si no fuera por la ropa que me protege, quién sabe lo que me podría ocurrir cada vez que me saco un boniato. Pero los expertos dicen que en todo caso lo único que podría sucedernos a nosotras las damas desnudas al pie de una bicicleta (o mejor dicho montadas) es tonificarnos el cuerpo y broncearnos el pellejo. Los hombres no han de preocuparse tampoco, al contrario de aquello que se escucha, ser un ciclonudista no causa impotencia ni esterilidad. Y para los que se preocupan por una inadvertida erección, pamplinas y más pamplinas. ¿A quién se le puede producir semejante dureza en medio de un maremagno de cuerpos desnudos, regados por doquier, en una situación tan ajena a la sexual. En todo caso los sorprendidos y posiblemente endurecidos serán aquellos que se encuentren vestidos y boquiabiertos disparando miradas insoslayables al presenciar esa inusitada ola de ciclistas encuerados batirse por la ciudad. ¿Cuál es el motivo de este evento de lo que parece reunir a los locos de la ciudad? Atraer atención a los conductores que parlotean por el celular, envían textos y hasta se declaran distraídos sin demostrar el cuidado y el respeto que se merecen los ciclistas. Además, esta demostración tiene como prioridad concienciar a aquellos que conocen poco acerca de la dependencia petrolera y de los impactos que causan los gases emitidos por los vehículos en el medio ambiente, que intencionalmente o estúpidamente Bush ignoró en su presidencia y ahora Obama propone solucionar, digo mejorar a largo plazo. Todo eso me parece muy bien, nada como estar en pelotas para llamar la atención. Maravillada por esta seria pero juguetona y especialmente preventiva manifestación de genuino interés, me sumo a los ciclonudistas de Haulover Beach y Lincoln Road, con el fin de promover el trasporte urbano, un mundo de más ejercitación y menos dependencia petrolera, de más salud y menos paros cardiacos, de más belleza que adopte a todos los rangos que definen el cuerpo humano y menos discriminación física. ¡Y que dios nos libre de un frente frío!
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(Aquí van los datos de cómo apuntarse en la travesía del ciclonudismo 2009: 10 de marzo en Haulover Beach, y el 9 de junio en Lincoln Road: http://www.worldnakedbikeride.org)

Amansaguapo

febrero 26th, 2009 § 0 comments § permalink

Si habré tenido yo que amansar a unos cuantos guapos. Meterlos por el aro para que obedezcan mi voluntad a como de lugar. Sólo que ellos no lo saben, ni siquiera se lo han imaginado. Pero es así de sencillo, cuando alguien a mi alrededor, normalmente hombre, se vuelve loquito, sacadito de sí, hay que tomar riendas en el asunto y domarlo, restarle los humos, tranquilizarlo, antes de que por culpa de un arrebato pasional, o simplemente un error casual, digamos menstrual, termine una aniquilándolo, como a veces da ganas. El motivo por el que les he mantenido el secreto a los sacrificados es francamente porque los remedios naturales no funcionan si la persona desconfía de ellos. ¿Y a qué hombre se le puede hablar de su desorden y ofrecerles un tratamiento? Además, unas goticas de Amansa Guapo nunca le hicieron daño a nadie, por el contrario, el resultado normalmente prevalece ante cualquier encrespamiento desconsolado, y logra, en su mayoría, apaciguar física y espiritualmente a esas personas que atraviesan por situaciones de naturaleza prepotente y por lo tanto se vuelven imposibles de sobrellevar. Así que la próxima vez que se sienta hostigada por un hombre rebelde y sin causa, subido de tono, acelerado a toda hora, soberbio hasta para dar los buenos días, y que repentinamente haya dejado de compartir su punto de vista, evite las broncas y prepare en su nombre un poquito de Amansa Guapo e inmediatamente se verá surtido el efecto. Le sorprenderá cuán obediente y proveedor se podría tornar. Permítale a ese señor desquiciado que sea su bondad y su cordura lo que rija su vida, y no ese ermitaño chiflado y controlador que lo usurpa a cada rato. Ayúdelo a aquietar sus ánimos de manda más, a suavizar las asperezas que nos joden el día cada vez que hacen acto de presencia. Préstele auxilio y socorro para conciliar la paz, rescatar la tolerancia, templar ese genio impertinente con el que pretenden mortificarnos y aturdirnos, y que sin duda lo consiguen. El buen humor es una de las virtudes que más apreciamos en las personas, en especial en esos hombres que tanto amamos. Pero aviso, si continúan así con ese carácter fuerte, ese humor de perros, preponderante, poniéndonos los pelos de punta por cualquier tontería, no se olviden que en un closet oscuro, en una gaveta olvidada, en un maletín de viaje, o en donde menos se lo imaginen, podría yacer en silencio un hechizo curativo, porque nosotras las mujeres sólo aspiramos al bienestar de ustedes; somos así de entregadas, de ingeniosas, de dispuestas a ayudarlos, a mimarlos, a curarlos, y créanos que haríamos todo a nuestro alcance antes de tener que liquidarlos.

Nina Simone: I Wish I Knew How It Would Feel To Be Free

febrero 15th, 2009 § 0 comments § permalink

La última vez que casi vi a Nina Simone en concierto pensé que por seguro esa vez se me haría realidad un sueño frustrado de ya tantos años. En varias ocasiones casi casi llegué a verla, pero algo normalmente ocurría que me lo impedía.

Ya lo tenía decidido, quería verla en vivo, pasar a ser parte de su historia, muy a pesar de que siempre he preferido quedarme en casa y escuchar el cd en la comodidad de mi sofá cien millones de veces antes de caer en medio de la conglomeración humana y despistada que asiste a conciertos. Entonces comencé a seguir más o menos sus giras para ver si podía sumarme a una de las funciones.

A principios de Julio del 1999 tenía planificado un viaje de trabajo a Londres, ciudad en la que Nina daría un recital alrededor de las mismas fechas en las que visitaría, pero un súbito cambio de plan me arrojó a San Francisco.

Debí imaginarme que cuando (por un pelo) me la perdí en el 2000, ya nunca se me volvería a dar otra oportunidad. Las entradas se habían agotado y yo acababa de llegar de un largo viaje y no me había enterado de que Nina estaba haciendo una gira de conciertos por los Estados Unidos, y menos que venía a Miami. Pero hay cosas que están escritas y el universo por algún motivo conspiraba, siempre nos acercaba, sin embargo nunca me dejaba llegar frente a ella. Uno de mis mejores amigos tenía dos entradas para ir a verla aquí en Miami, en el Gusman Center, a diez minutos de mi casa, pero otro amigo que le había pagado por la otra entrada semanas antes, sería su acompañante. Algo repentino ocurrió el 8 de Noviembre del 2000, el padre de mi amigo falleció inesperadamente. Al día siguiente mi amigo tan generoso y siempre pendiente de los detalles, hasta en medio de su tragedia, me llamó para ofrecerme las entradas porque esa noche iban a velar a su padre y como era de esperar él no podría ir a ver a Nina. Yo con mucha pena acepté, aunque hubiese preferido hacerle compañía a mi amigo, no obstante él no me lo permitió y me rogó que fuera al recital, sino se perderían las entradas. No le podíamos hacer esa mierda a Nina Simone. Me decidí a ir con mi esposo, además le avisé a mi amiga Diana, también seguidora de Nina. Ella enseguida se sumó al plan y fue al Gusman para tratar de conseguir entradas tal vez de alguien que estuviera vendiéndolas en la puerta. Para su sorpresa consiguió una en la taquilla.

Llegamos al Gusman, la acomodadora nos llevó a mi esposo y a mí a nuestras sillas, estaban muy bien situadas. Por fin coincidía con Nina Simone, no lo podía creer, en sólo momentos aparecería mi diosa, de carne y hueso, e iba a abrir la boca y expulsar su avalancha de melancolías sobre mí, y sobre todos los que estábamos presentes. Me pareció extraño el público que allí se reunía, gente joven de rasa negra. Por un lado porque Nina era de todos los colores, y me sorprendió que en esta ciudad sólo existieran tres blancos que la fueran a ver. Por otro lado encontré chocante la juventud que atraía una mujer de tanta historia. En fin, nos sentamos y esperamos pacientemente unos cuarenta y cinco minutos de una presentación teatral de lo que parecía pertenecer a una escuela, que dedujimos era el primer show en la cartelera; como una especie de banda telonera, excepto que la música no comenzaba. De pronto a mi esposo ya mí nos agarró la sospecha y salimos del salón a averiguar qué sucedía con Nina. Justo en ese instante en que llegábamos al lobby divisamos a Diana quien se disponía a hacer lo mismo, ella tan perdida como nosotros. Al investigar lo ocurrido nos enteramos que el recital de Nina se había efectuado la noche anterior. Miramos la entrada y en efecto, databa para el día 8 y estábamos a 9. En la entrada de Diana ni siquiera aparecía el nombre di Nina ¡Qué frustración!, casi, pero casi, la llegué a ver.

Luego en el 2001 surgió una oportunidad nuevamente. Nina en París el 8 de junio. Yo tenía planes de pasar ese verano en Europa, comenzando mi excursión por supuesto en París. Pero ese año el mundo entero parecía que iba a París a veranear, y el pasaje más cercano al día del recital que conseguí fue para el 10 de Junio. Excepto una vía con un montón de escalas que me dejaba en París el mismo 8 de Junio, pero ya tarde en la noche. Como siempre una vez más en convergencia Nina y yo. Ese mismo mes Nina estuvo en Nueva York en un festival de jazz, mientras yo aún permanecía en Europa.

Cuando me enteré en el 2003 que la Simone había fallecido me agasajó inmediatamente una angustia por ese deseo reprimido, una zozobra excesiva, una desilusión desproporcionada por ese imposible que se imponía para el resto de mi vida, y bueno, también sentía que algo mío se había ido con ella.

La gran Nina, con su voz desnuda, zalamera, directa, ecléctica, nostálgica, con esa piel tan púrpura, tan hermosa y tan llamativa, era una mujer sin etiquetas, de todos y para todos. Su música era como ella, experimental, de todos los géneros, de todas las situaciones. Nina Simone fue sin duda una de las mejores vocalistas del siglo veinte. Es imposible escucharla y no saber que es ella quien canta, jadea, grita y se calla a la vez, dejándonos en el cuerpo una emoción y una experiencia irrepetible. Además de su maravillosa música, Nina dejó una pronunciada huella en el movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos, siendo una activista con desmesurada pasión desde niña cuando a sus padres, por el color de la piel, les negaron el derecho de estar en la primera fila del primer concierto musical de su hija. Luego se trasladó a Filadelfia donde intentó conseguir una beca en el Instituto Curtis, pero por ser negra no fue aceptada. Su poca tolerancia por el rasismo se reflejaba en sus canciones protesta, y mediante éstas Nina Simone demostraba su rebeldía y su compromiso por un cambio. Ante el rechazo a su raza que encaraba constantemente en Norteamérica, se vio obligada a exiliarse en otros países; primero en Barbados y luego en diferentes lugares en Europa. Murió en el sur de Francia, país donde llevaba viviendo ya varios años.

Nina Simone era una mujer misteriosa, controversial, de un talento titánico, de fuertes convicciones, defensora de la libertad, de los derechos de las mujeres, activa en el movimiento feminista y el lésbico gay. Era una mujer valiente, que decía lo que sentía valiéndose de su música. Era sabido que en sus conciertos hacía sentir que ella estaba allí cantándole a cada persona de la audiencia por individual. Algo que nunca llegué a comprobar, pero que de todos modos siento cada vez que escucho sus discos.

El 21 de febrero se celebra su natalicio. Nina, ese día en tu nombre me beberé una copa de vino y en tu honor te escucharé cantar y tocar tu prodigioso piano, pues no me queda duda que es como más deseabas ser recordada.

Aquí dejo algunas imágenes de Nina Simone, desde muy joven hasta ya entrada en la tercera edad. Hermosa en todas sus etapas.

Dientes voladores

febrero 14th, 2009 § 0 comments § permalink


—Esos colmillos tuyos me tienen loco de remate. Cada vez que te veo, que hablas de asuntos importantes, de los negocios que tenemos en común, aquellos colmillos se imponen de un modo formidable. Pierdo la concentración, y apenas brotan de tus labios me entra otra vez una piedra en el estómago, y de esa piedra se desprende una arenita que se riega por entre mis órganos y comienzo a sentir una resequedad interna y un cosquilleo casi casi insoportable.

—Ya aburres. Eso me lo has dicho un montón de veces. ¡basta por favor! Ahora resulta que por tu culpa no dejo de pensar en eso… mis dientes, mis dientes.

—En realidad no me interesan tus dientes tanto como tus colmillos.

—Mejor que no se hable más del tema. Lo leí en una revista, que visualizar con frecuencia realiza pesadillas.

—Cada vez que le metes un colmillazo a un Elena Ruth, y el queso crema se deja ver por entre los incisivos centrales, los laterales y esos dos colmillitos afilados que son más que gemas valiosas, siento el flaqueo de mi cuerpo ante tanta hermosura. Luego de perforar el corte de la mordida con absoluta magnificencia, el pan queda moldeado con la forma perfecta de la ausencia de una concha. ¡Cuánta belleza por Dios!

—Ya deja eso, no me gusta hablar acerca de dientes y menos sobre los míos. Últimamente me obsesiono, y me parece que los voy a perder, que de alguna manera los voy a perder. Ya cállate.

—¡Qué va, ahí hay dientes para rato!

—Si me dejaras en paz tal vez lo podría olvidar. Y lo intento, de verdad que sí, pero no sé qué me pasa que la testarudez se empeña en manipularme y otra cosa no puedo hacer que esa, pensar en mis dientes. Anoche fue terrible, venía en el carro manejando a casa y de no sé dónde salió una piedra gigante, como caída del cielo, tan veloz que no me dio tiempo a esquivarla. Tuve que frenar en seco y mi cara se incrustó en el timón; en mi sueños es así, no hay bolsas de aire protectoras. Mi cuerpo quedó intacto, ni un rasguño, ni un magullón. Sin embargo, mi boca sangraba… sólo mi boca. Primero pensé que mi nariz también, luego me di cuenta que la sangre corría de un mismo lugar. Mis dientes fracturados, algunos ya ni estaban. Y los colmillos que tanto te gustan se reían a carcajadas de todo aquello como si se tratara de algo cómico.-¿No te lo digo yo?, esos colmillos son bellos, inteligentes y además simpáticos. Si yo pudiera ingresarme ahora mismo dentro de tu boca me dejaría mordisquear…

—Eso no es todo. Hace unos días atrás también me embaucó un estado de pesadillas horripilante. Me mecía en un columpio del patio de la casa. Para arriba y para abajo, para arriba y para abajo. En una de esas, justo antes de que el columpio comenzara a descender con la típica rapidez y certeza, vi desde arriba en el aire un martillo verde que me esperaba como cosa buena. Como te podrás imaginar fue un encuentro inevitable, y el maldito columpio imparable. Alguien se cizañaba conmigo, o el columpio o el martillo, el caso es que el columpio bajó y el martillo subió, y en una posición magistral estaban mis dientes, que en pocos segundos dejaron de estar.

Día y noche me persigue una estela de dientes desfigurados que busca desesperadamente una boca, precisamente mi boca. Sueño con cosas terribles, por ejemplo que me cuelgan con una soga de mis dientes hasta que mi cuerpo se desprende de ellos. Un proceso que toma más o menos un par de días, así como degollar carneritos. O que una bala perdida se cuela en el mismo momento en que digo haaaa… O me tropiezo, me falta balance y caigo de cara al piso, y justamente son mis dientes los que sufren el impacto. Una bofetada muy fuerte que me dio un extraño me los aflojó. No vi la columna al abrir la puerta y perdí hasta los molares. Un niño travieso me pegó con su bate. El mismo aire se volvió plomo y me limpio la boca dejando sólo las encías. Las hadas o las brujas, no sé bien, se escondían allí dentro, jugaban un juego macabro, y el polvito que descaradamente botaban sus halas hacía que mis dientes se desprendieran de raíz y ni siquiera sangrara. Los muy necios se iban volando, como los graduados, a hacer vida en otro lugar.

Fíjate en esto que te digo, me consta que me acuesto con dientes, pero luego durante la noche de una forma u otra se esfuman, y cuando amanezco allí están otra vez. Me los toco, me los cepillo, les doy desayuno para asegurarme de que aún pueden triturar, y allí están por seguro, duritos y bien colocados. Es como si durante la noche mis dientes tuviesen algo que hacer más importante que dormir en mi boca. Ahora mismo sólo ruego encontrarlos ahí cada mañana.

—¡Asere, como he pensado en tus colmillos hoy! …y tú hablando tanta bobería.

—¡Qué bestia eres! ¿Así es como le hablas a las mujeres? No puedo contigo…

Pero esa noche sucedió algo diferente. Soñó que sus dientes eran definitivos, inmortales, que nada terrible podría ocurrirles jamás. Fue un sueño lindo, mágico, que hizo calmar sus angustias. Y mira lo que le pasó. Por la mañana cuando se despertó corrió como de costumbre al espejo del baño. Se miró un rato sin abrir la boca, y de golpe, con algo de desesperación sonrió y tremendo lo que vio allí, o lo que dejó de ver. No se encontró ni un diente, ni siquiera los colmillos. Todos se habían desdibujado o alguien se los había robado, nunca se supo bien.

Vagina parlanchina

febrero 10th, 2009 § 0 comments § permalink

Seamos sinceros, una vagina que hable, que ladre, que se burle de encuentros extraños, que escupa buches desagradables, que saque la lengua y diga «ahhh» o simplemente desmantele una sonrisa de placer, podría ser el descubrimiento más sagrado y a su vez más practico sobre la tierra. O como mínimo la respuesta de tantas preguntas. No es que una mujer no quiera decir las cosas como son, o lo que siente, pero a veces se pierde el hilo entre el deseo y el pensamiento, en mi opinión porque existe demasiada distancia de por medio. Por eso si la vagina pudiera expresarse, parlotear por sí misma, morder y masticar si se enfada, no se necesitarían intérpretes, y por supuesto no hubiesen esos malentendidos que a veces conducen el acto del amor a un adverso, precoz y tronchado final. La conversación, la comunicación, eso es imperativo entre órganos. ¡Qué cálida y civilizada sería una charla entre vagina y pene o entre vagina y la yemita de uno o varios dedos! Instrucciones claras, sin tapujos. ¿Y dos vaginas? Figúrense la compenetración, y qué jodida la bronca cuando las cosas no se ejecutan del modo acordado. Nariz y vagina, teta y vagina, rodilla y vagina ¡estupendo! Un dialogo de continuo flujo con cualquier visitante. O un ladrido rabioso y sangriento con los villanos no deseados. Eso mantendría a (especialmente) los hombres en un constante estado de nervios, digo, de consideración y alerta, porque quien se atreva a meterse en tal emboscada, más le vale saber cómo defenderse.

Desajuste mujeril

febrero 8th, 2009 § 0 comments § permalink

Encontrar un balance en nuestra vida es posiblemente una de la operaciones más difíciles que nos podemos imponer. En primera instancia porque el balance sólo se logra a través de la constancia, que es más o menos la misma rutina que mediante una existencia equilibrada intentamos evitar y que se logra solamente con esos pequeños actos espontáneos del diario vivir, siempre y cuando nada exceda o supere otros actos, los indispensables.

Digamos que la vida es como una maqueta abundada por todo lo bueno y lo malo, y una debe elegir a qué le va a dar importancia de manera eficaz y con cierta precisión para que al final del día o de la semana o cuando quiera que se saque el balance, la caja cuadre. Se debe llevar una dieta saludable pero saber cuánto de lo dañino se puede comer. Conviene hacer ejercidos para estar sanas y duras. Debemos pasar con la familia un tiempo adecuado que se pueda considerar como calidad y no necesariamente cantidad, aunque eso también es fundamental. Es esencial mantener la relación activa entre pareja, no ser ni muy vanidosa ni muy desaliñada, dedicarnos tiempo a nosotras mismas, terminar algunos de los proyectos que hemos comenzado, ser buenas amigas pero aprender a decir no de vez en cuando, en especial si de verdad no podemos acceder a cierto caprichos.

¿Será posible que la moderación no sea otra cosa que un producto de la inconformidad?

Las mujeres somos: o muy gordas o muy flacas, o muy bajitas o muy altas, o muy blancas o muy oscuras o muy verdes o muy amarillas. Tenemos el pelo o muy rizado o muy lacio, o muy oscuro o muy claro, o muy corto o muy largo, o muy grasiento o muy seco. Normalmente queremos cambiar de pareja o hacer que nuestra pareja cambie. Si estamos solteras añoramos estar en pareja, casada y con hijos, o si tenemos todo eso sentimos envidia por las solteras que pueden hacer lo que les venga en gana. Hasta que llegamos a los treinta años no soñamos con tener diez de más, pero sí actuar como tal. Después de los treinta todas deseamos tener (o como mínimo aparentar) diez años de menos. Si tenemos experiencia es porque ya hemos perdido la inocencia. Pero la inocencia no es tampoco el mejor de los atributos, pues con ella también viene la torpeza. Además, a la inocente ya después de cierta edad se le empieza a dar otro nombre; la problemática, la solterona, la tonta, que en realidad quiere decir la idota.

Todas las mujeres nos formamos una idea distorsionada de la belleza y sólo puede regir en aquella que no encontramos en nostras mismas, sino en las que tienen piernas tulliditas o largas infinitas, o las flacas desnutridas que desfilan por las pasarelas, las que son culonas o tetonas ,o ambas, culonas y tetonas. Debemos tener labios carnosos, ojos expresivos, pezones rosaditos y pequeñitos, un cutis formidable, muslos duros y lisos. Jamás encontramos el balance sino la inconformidad, o nos sentimos muy lindas o muy pero muy feas. En el bar debemos beber alcohol medidamente. Está bien que un hombre nos compre un trago, pero también hay que tener en cuenta cuándo nos toca pagar. No debemos entregarlo todo en una relación. Es necesario luchar por nuestros derechos, y a su vez evitar consumirnos por ello. Tenemos que conducir al máximo de lo que permite la ley, de lo contrario te llamarán Miss Daisy. Es esencial demostrar cualidades de aventurera, con límites para que no te tomen por irresponsable. Es decir, vivir con pasión pero sin obsesión, encontrar un balance o si parece más fácil, evitar la conformidad.

En conclusión, cuando escucho aquello de la moderación siempre pienso que ese concepto se ha inventado para evitar los extremos, pero que en sí es quimera imposible de realizar, y que la ecuanimidad no es otra cosa que la decadencia de tanto la pasión como el abandono a toda causa, pues si hay una equilibrista por ahí que todo lo tiene bajo control, que tire la primera piedra.

28 días de amor y frenesí

febrero 1st, 2009 § 0 comments § permalink

Celebrar el día de los enamorados me parece una tontería. En especial si sólo se celebra ese día en todo el año; único en ser marketizado como representación del afecto y la pasión entre parejas. El amor no es cuestión de un día, pero claro, todos necesitamos un recordatorio de vez en cuando. Sin embargo, podría resultar mucho más atractivo si en cambio se festejaran diversos días de sostenida veneración, semanas y meses, temporadas completas de ilimitada adoración.

Por ser tan cínica, práctica, poco romántica y nada creyente, este año voy a cambiar mis propias reglas, voy a desafiar el sistema calculador y aburrido que representa el día de San Valentín donde el hombre es el sujeto responsable de infestar el destinado día de acciones románticas, y la mujer es quien se encarga de destapar la pasión erótica en las horas nocturnas. Mis actos serán en respuesta y por protesta a algo que leí el otro día acerca de el amor y el enamoramiento. El artículo decía que el enamoramiento era realizable debido a la ausencia del amor, y el amor era la etapa posterior al enamoramiento, pero que era improbable que ambos coincidieran. También decía que los seres humanos estamos predispuestos químicamente a salivar por alguien por un tiempo determinado y de ahí en adelante el hechizo se disfuma por completo. No puedo con esos asuntos mundanos de profunda ordinariez. Propongo desmantelar el turbio resultado que predomina sobre ese tema. ¿Quién dice que no se puede amar estando aún enamorado?

Propongo que febrero esté desbordado de amor y más amor, hasta empalagarnos, porque de alguna manera hay que justificar esos meses de ineludible cotidianidad, que digan lo que digan ninguna pareja se escapa.

Con máximo ímpetu elaboraré deliciosos platos afrodisíacos por lo menos una vez por semana. Me haré el propósito de servir las tres comidas del día en forma de corazón o en platos con forma de corazón porque ese es el signo del amor. Con esa misma forma hornearé galleticas y las decoraré y se las enviaré a mi marido de sorpresa. También le enviaré globos, flores y chocolates; no hay que ser mujer para sentirse especial cuando tu pareja te sorprende infraganti, aún cuando es de manera convencional. Colgaré luces rojas en nuestro dormitorio y en la cocina, siguiendo el formato de la Navidad que aunque es el día 25, la decoración comienza mucho antes, supongo que para mantener vivo el espíritu, que es lo que intento lograr.

Bajo la almohada y en el refrigerador esconderé notas cargadas de pasión, poesías de Neruda, versos de Rumi. Insistiré en un beso con lengua diario a las 8pm, con alarma y todo, que dure diez minutos, por lo menos. Eso lo aconseja una sexóloga que fue invitada al programa de Oprah hace unos meses y que no recuerdo su nombre (aunque no tiene que ser a las 8pm, puede ser a cualquier hora). Además voy a intentar, aunque esto va a costar un poco de trabajo, hacer cita con mi pareja bajo la ducha por lo menos dos veces por semana. Usaré creyón labial rojo todos los días, ropa más ajustada, inusitados escotes, sólo para él. Le enviaré cartas por correo, invitaciones privadas. Lo volveré loco, de amor o de atar, no lo sé. Pero lo que sé es que no habrá rutina que se imponga o que me aleje de estos actos de sincera y desproporcionada latría.

Me tomaré el tiempo para explicar las cosas sin verme en la necesidad de alzar el tono de la voz. Trataré por todos los medios de no asumir que el sentido común es garantizado en cada ser humano. Trataré por todos los medios de ni siquiera mencionar el tema del sentido común. Cuando me encuentre sus zapatos tirados al lado de la puerta de la entrada, no los botaré en la basura, sino que con cariño los regresaré al closet. Si el perro se escapa porque mágicamente alguien dejó la puerta del patio abierta, aprovecharé la ocasión para emprender una búsqueda amorosa y armoniosa bifurcándome por las calles del reparto donde vivo de la mano con mi hombre, y cada vez que pronuncie el nombre de mi perro le daré a ese hombre una mirada seductora, de fuego puro, que sea el inicio de lo que luego elaboraremos en un ambiente más privado. Beberé cerveza y miraré, para hacerle compañía, todos los partidos de cualquier deporte que se le antoje ver, y por este mes estaré del lado de su equipo, sin desearle fracturas a nadie, sólo victorias.

Pensaré que los inodoros con tapa subida son nuevas expresiones artísticas de mucho agrado. Borraré de mi mente cosas feas, como por ejemplo cuando me encuentro con una toalla que es de secarse el cuerpo siendo utilizada como alfombra de baño, o un paño de secar platos absorbiendo un líquido derramado en el piso de la cocina, cuando en realidad hay toallas para el cuerpo y toallas para apoyar los pies, paños para la meseta y paños para el piso. Remplazaré el rollo de papel higiénico sin papel cada vez que me toque sin decírselo a nadie. No pondré cara de monstruo cada vez que me encuentre el pomo de la leche vacío, o lo que es peor, con un tilín que no alcanzará ni para acompañar un té. Llenaré el tanque de gasolina que cada lunes me sorprende en cero. No diré ni esta boca es mía al descubrir unas galleticas zocatas porque nadie las cerró como es debido. Guardaré silencio cada vez que me azote una gaveta en la cadera porque en casa sólo se abren gavetas, nunca se cierran.

Desde las 9 pm en adelante me despojaré de toda la ropa, aunque tenga frío, para que me den calor. Prepararé brebajes capaces de causar vigorosos encantamientos a la hora de amar. Me tatuaré en las nalgas (de mentirita) esa forma del órgano del amor. Intoxicaré mi cuerpo entero de un perfume con propiedades mágicas cuya fragancia recurre en el subconsciente y desconcentra aún cuando se ausencia el ser amado.

Estoy determinada, voy a hacer todo lo que antes, al principio, cuando no existía una historia, una queja, un disgusto, las parejas no encontraban otra forma que la de adularse sin el menor reparo en la venganza que luego abarca la cotidianidad, cotidianidad que venceremos no sólo un día al año, sino como mínimo veintiocho.

¿Tragar o no tragar?

enero 22nd, 2009 § 0 comments § permalink

Algunos (insensatos) dicen que tragar el semen de un hombre no garantiza salud alguna y que hasta podría ser dañino. Esta es la gente que sin base científica no pestañea. Pero estudios e investigaciones privadas -digamos caseras y algunas más serias- cuyos resultados contrarían a aquellos cerrados de mente -digamos conservadores-, garantizan grandes beneficios. Aparentemente existen valiosos usos para este líquido que confecciona humanos, y yo todo aquello que se ligue al reciclamiento y al buen uso del la materia inútil, por supuesto que lo pongo a prueba y posiblemente en práctica; no se podría esperar menos de una chica verde. Desde hace tiempo había tomado la iniciativa de tratarme con semen, pero hace un par de años salió un estudio en la revista Woman que dice que según unas investigaciones que se llevaron a cabo en la Universidad Estatal de Carolina del Norte, practicar la felación y tragar al menos dos veces por semana puede reducir hasta un 40% las probabilidades de desarrollar el cáncer, aunque no especifican cuál. Sería una ingenuidad negar que existen ciertas propiedades vitamínicas que podrían resultar convenientes tanto dentro como fuera del sistema. De tragar este shot de salud, el consumidor (sí, se sugiere para ambos sexos) ingerirá proteína, aminoácidos, fósforo, sodio, zinc, potasio, enzimas (no recuerdo cuáles), ácido cítrico, vitamina C, glucosas, fructuosas y otros azúcares (de los recomendables no los inventados por el hombre), etc., etc. Además, se ha comprobado que ese juguito condensado podría ser uno de los mejores antidepresivos, así como lo es el chocolate. Este potente brebaje posee también otras funciones de alto provecho para la respiración sanguínea actuando como una especie de suero tónico para el organismo. Ah, y hablando de tónicos, para el cutis es una maravilla, para los poros XXL el mejor sellador, y para las espinillas, veneno mortal. Ojo, hay que tener cuidado con la dieta del irrigador porque un semen contaminado podría causar alergias o erupciones en las pieles sensibles si el donante consume alcohol en desmedida o lleva dietas altas en grasas (Eso lo digo por experiencia propia). He comprobado también que para el pelo resulta en un bálsamo inigualable, y a los que sufrimos de cutículas expuestas, no existe una cura más efectiva. Y lo más fascinante es que los resultados de estos tratamientos son notables enseguida, como pocos en el mercado. De decidirse por estos felices y económicos tratamientos de belleza, la forma más sencilla de conservar su frescura es envasar el líquido seminal y depositarlos directamente en un recipiente de vidrio con tapa e ingresarlo en el refrigerador lo antes posible. Ya las otras formas son complicadas y de ninguna afirmación erótica (créanme). Si pretende utilizarlo en forma de mascarilla pero le desagrada su fuerte fragancia, se recomienda esperar uno o dos días, tiempo en el que este vanidoso y embellecedor hidratante suele perder sus peculiares efluvios. Así que a taparse la nariz y a dispararse su traguito de vez en cuando (como cuando yo era pequeña en Cuba y mi madre me hacía tragar una yemita cruda antes de ir a la escuela), a untar, a salpicar, a explorar, que este líquido radical, ya sea medicinal o cosmético, sus beneficios no se pueden negar.

Superwomen

enero 19th, 2009 § 0 comments § permalink

La otra noche, noche de chicas, fui a comer con unas amigas y me quedé boquieabierta cuando ambas me contaron la odisea en casa para llegar a nuestro encuentro. Una me dijo que su marido normalmente la deja salir aunque no es de su agrado, además se lo tiene que avisar con una o dos semanas de anticipación, y jamás de los jamases podría espontáneamente, por decir un martes a las 7pm, anunciarle que se va con sus amigas a un bar o a un cine. También nos contó que la razón por la cual estaba retrasada era porque cuando llegó a casa del trabajo, su esposo se encontró que las niñas aún no habían cenado porque ella, mi amiga, acababa de llegar del gimnasio, donde da clases. La comida ya estaba en la hornilla, sólo había que servirla. Sin embargo, él se enojó de que su mujer le dejara la responsabilidad y se fuera a divertir.

La historia que nos contó la otra amiga era más sorprendente aún. Su esposo se encontraba fuera de la ciudad, en un viaje de negocios, y ella había aprovechado la ocasión para escaparse. El enseguida la encontró en el celular y de ahí en adelante se pasó toda la noche llamándola e insistiéndole que regresara a casa, donde pertenece una mujer casada que deber guardar respeto. Además me imagino el sermón que le habrá dado más tarde y al otro día y al otro.

Por último, la tercera amiga que nunca llegó a nuestro encuentro, nos envió un texto que decía que su marido no la dejaba salir de casa esa noche “será para la próxima chicas…”

Ahora, estas tres mujeres, que creo que definen a una especie de Superwoman, trabajan incansablemente todo el día con el fin de mantener el orden y equilibrio en sus casas. Lavan, planchan, cocinan, limpian, llevan y recogen a los niños de la escuela, a las actividades y el deporte, hacen la tarea con ellos, y además muchas de ellas trabajan fuera de casa y hasta me he enterado que son las que llevan el manejo de las cuentas y los pagos.

No pude menos que pensar que estaban locas de remate, que pertenecían a otra época para mí desconocida. Pero qué va, son mis amigas de la escuela de mis hijas, mujeres modernas, que usan pantalones ajustados y hasta minifaldas, mujeres hechas y derechas, que le tienen que pedir permiso a su marido para salir una noche con las chicas.

Luego que no se quejen de que no tienen misterio, de dueña y señora que lo hace todo en casa y nadie las considera, de prácticamente darle la papita en la boca al señor y jefe del hogar. A mí las cosas si no son en equipo no me interesan, y no voy a juzgar cómo hacen las cosas las demás mujeres, si de verdad disfrutaran ese papel que ellas mismas se han impuesto. Pero esa noche, en vez de gozar, de hablar otros temas que nos alejen del cotidiano, se la pasaron echándole tierra a los maridos, esos desconsiderados a quienes resienten cantidad, y en un final regresaron a casa a continuar, sin siquiera proponerse cambiar las cosas.

Los anuncios en la tele y en revistas y en todos lados nos presentan a mujeres amas de casa, que cargan el peso de toda la responsabilidad del hogar, y a las seis o siete de la tarde, cuando llega el marido hay que atenderlo como si sólo él hubiese trabajado todo el día. Hay además otro problema mayor, que es cuando los dos cónyuges trabajan fuera del hogar y las mujeres se siguen viendo reflejadas en la publicidad como las únicas responsables de las tareas domésticas. Entonces es eso lo que se les trasmite a nuestras hijas: estudia, trabaja, ten éxito y además ten tu casa como un crisol y a tu marido contento. ¿Y quién nos ayuda? Bueno… bueno, no se puede, no es justo, no hay que tener dos dedos de frente, con todo el respeto pero no hay que limitar ni deshabilitar a los hombres de ese modo.

Está en nosotras cambiar las cosas. Como mismo ha estado siempre en los grupos de minorías, excepto que nosotras no somos la minoría, estamos a la par y lo sabemos. Es muy fácil, si ellas cocinan, que ellos frieguen los platos, si ellas lavan, que ellos guarden la ropa, y así sucesivamente. Es imperativo informar a esos maridos, a esos hombres sueltos en los bares y en el súper, que la mujercita perfecta que lo tiene todo listo, se acabó, que ese estereotipo que ha aparecido de la superwoman, la mujer incansable, que no desfallece jamás, que siempre cumple con todas las obligaciones de la casa y la familia, que mantiene la llama ardiente del matrimonio, y además es la mujer más deseable del planeta, a quien incluso se le adjudican superpoderes al demostrar que puede lograr lo imposible, mientras algunas llevan carreras profesionales, simplemente no existe. Y a quien no le guste que le eche azuquita.

Leche paterna

enero 9th, 2009 § 0 comments § permalink

¿Quién no ha soñado con quedarse dormida, bien acurrucadita, con una frazadita, una nana preciosa y un pomo de leche y que se trate del órgano de ese hombre delicioso que tanto nos gusta? Así como ellos sueñan con ordeñarnos a nosotras, a la inversa sería una exquisitez. Los hombres siempre se quejan de que esa fijación oral obsesiva se produce de pequeños y se debe a que no atetaron el tiempo adecuado, pero nosotras también a veces necesitamos treparnos a una carnita abultada, suavecita, con lechita tibia de papá. Fuera de juego, sin vulgaridad ni nada similar, la pura visión de que un hombre nos amamante me parece hermosa y creo que a ellos les haría mucho bien. Poder nutrir a alguien por tu propio conducto es una satisfacción tan adictiva como pacificadora. No me refiero a una eyaculación predestinada, sino al acto puro de producir leche, como nosotras cuando damos a luz, con sabor a todo lo que se ha consumido en el día, frijolitos negros, pollito, platanito maduro frito, gelatina de fresa… Podría ser muy tierno y sensual a la vez. Y cuando estamos insoportables, incontrolables, un poquito de lechita sanaría tanto.

Ilustración: My Lonesome Cowboy de Takashi Murakami

Satanasa

enero 5th, 2009 § 0 comments § permalink

Qué feo es cuando nos cae la menstruación y algún hombre nos dice con el tono más condescendiente, de la manera más descarada, desinformada e insolente, que hemos estado actuando algo loca en los últimos días y seguro se debía precisamente a eso, a la menstruación, a esos días del mes que ni nosotras mismas nos resistimos y que si la malicia fuera medida durante esa semana, estaríamos todas bajo llave. ¡Qué ganas da de caerles a trompones en ese mismo momento! Si ellos supieran que la menstruación se trata de eso, es la señal mensual, el recado de los dioses, la forma más acertada de no dejarnos olvidar que en ellos -los hombres- no podemos confiar del todo. Ahí te das cuenta de lo equivocados que están cuando tratan de adivinarnos, cuando tratan de medir nuestros dilemas, nuestros dolores. Y ni hablar de las que hemos dado a luz.

Me reí cantidad con una amiga el otro día cuando me contaba que amaba su regla, y que al ducharse la contemplaba bajar con el mayor de los deleites, y que ahí ella veía la verificación concreta de la fecundación. Para mí ver sangre derramada que ha de desembocar de mis entrañas, directo al hoyo de la bañadera, es la prueba más ineludible de ese poder femenino que somos, en todos los contextos, pues sólo a nosotras nos pasan esas cosas tan a menudo. Cada mes, cuando una siente irritabilidad, malestar generales, dolores de cabeza, depresión, y a los días llega esa sustancia sanguínea, esos retorcijones en la tripa, esos deseos de aniquilar cuanto se nos ponga en el camino, es a mi entender lo que nos diferencia, lo que nos hace más fuertes y nos prepara de la forma más potente y varonil ante las eventualidades de la vida.

La pérdida de flujo menstrual es también una pérdida emocional que habitualmente dura entre 5 y 7 días, y se repite todos los meses con una frecuencia que oscila entre los 28 y 32 días. O sea que no hay escapatoria, y como dice mi amiga, hay que amarla, pues gracias a esa divina hemorragia llegamos todos aquí. Pero para amarla hay que conocerla y a nuestros hombres hay que enseñarlos a entendernos, como se les enseñan otras cosas, como por ejemplo a complacernos en la cama, a dividir los quehaceres de la casa, a freír un huevo sin que se cocine del todo la yema, también hay que explicarles cómo funcionamos cuando llega la visita de Satanasa. Es importante que ellos se enteren de que somos de dos maneras. De una forma durante esos días previos a la regla y de otra, seguramente más adorables, cuando por fin nos liberamos de ella. Y que esa loca en la que nos convertimos varios días cada mes, es un desajuste que nos sucede a nosotras también, y no es voluntad propia, sino las hormonas. Hay que imaginarse que es como si alguien nos oprimiera un botoncito e inmediatamente nos pusiéramos histéricas, hasta el punto que nosotras mismas no nos aguantamos, y más bien nos sentimos atrapadas en un cuerpo inflamado, amarillo y sangriento.

Las cosas son como son, y sin la menstruación adiós a la fecundidad, a la reproducción, a las salas de maternidad. Así que cuando nos vean que estamos a punto de volvernos locas, trátennos con cariño, con amor, ofrézcannos una compresa tibia y un caldito de pollo, que esa Satanasa representa la matriz de todos los que faltan por nacer. Aunque para los hombres lo ideal sería que nos metiéramos en un escaparte con una caja de chocolates, lo mejor es educarlos, explicarles el funcionamiento y de antemano cómo nos pueden ayudar, y cuales son los requerimientos para una recuperación rápida de esta expulsión periódica por vía vaginal que tiene gran significado, pero devastadoras consecuencias. Claro que como todo en esta vida hay un precio y precisamente es eso lo que muchas dejamos pasar por alto. Guía, reconocimiento y premio. A cambio de toda esa comprensión hay que dejarlos desparramarse un poco, emborracharse con sus amigos, ir a jugar golf, comprarse el último cablecito de la Apple, como mismo hacemos nosotras cuando ellos se enferman y luego de haber sido enfermeras una semana entera, al curarse necesitamos un reconocimiento y no dudamos en premiarnos, ya sea con unas cremitas o con un jean que nos haga lucir las nalgas de una quinceañera.

Al sur del sur

diciembre 23rd, 2008 § 0 comments § permalink

Es un tema delicado, pero las cosas hay que hablarlas para suavizarlas y entenderlas. Mi amiga Cat, una gringa que ni loca se deja tocar más que en la zona “apropiada”, dice que nosotras las cubanas no tenemos pudor y que al sur del sur hay una vía de un solo camino, una salida absoluta. Yo le digo que no es así, que nada en esta vida es absoluto (palabra abarcadora e infinita que no conviene abusarla). Le digo además qué uno no debe hablar de lo que no conoce. [¡Oye! Al menos que lo pruebe antes de renunciar así tan despavoridamente ya que bien hecho puede ser memorable]. Ella dice que no, no y NO y que sus amigas del gimnasio y de New Jersey (quienes tampoco lo han si quiera intentado) la respaldan. Lo consulté con otra amiga muy ocurrente y divertida -menos de ella no esperaría-, me urgía escuchar la versión cubana acerca de este asunto. Ella dice que es falsa mojigatería y que todas las mujeres del mundo lo han probado. Diferencias culturales notables entre las versiones de la recatada y la exagerada. Mis dulces sugerencias a Cat y sus amigas del gimnasio y de New Jersey, que aunque no las conozco las quiero como hermanas que somos todas las mujeres: En el amor todo es válido, cuestión de adaptarse, de encontrar el Ying y el Yang, entregarse sin prejuicios, de la pareja ayudarse a entender este cuerpo complejo y maravilloso otorgado por los dioses, aprender de lo que no funcionó con otro y probar nuevamente de manera más ingeniosa aún con la que tienes ahora… y muchísimo más. Pero no, no, NO, es una respuesta cobarde de mujer que cuando deja a sus hijos en la escuela, como método de entretenimiento se va a Target de compras, o a mirar vidrieras -que es peor; ella tiene un reloj uterino que suena cada jueves avisándole que es el día que le toca complacer a su hombre- día elegido fríamente porque apunta al fin de semana, esa pequeña dosis de sexo por cumplido, que en su mente meticulosa es suficiente para mantener el balance de su matrimonio.

El efecto Constancia

diciembre 22nd, 2008 § 2.257 comments § permalink

Constancia, o Constance, que en realidad es su verdadero nombre pero a mí me cuesta un montón pronunciarlo, es sin mentir o exagerar la mujer más cercana a los dioses que he conocido. Aunque si ella se entera que la admiro de esa forma, sin pensarlo ni un instante me desmentiría por completo y tal vez hasta trataría de desasociarse de mí. Bueno, exagero, pero así de humilde es y considera que es el universo el que se encarga de las buenas acciones que sin duda, es ella quien las organiza y las realiza.

Desde hace cuatro años fundó y abrió las puertas del refugio de mujeres del que hablo a menudo. Sus incansables esfuerzos (y el de su equipo) para rescatar, ayudar y mejorar la vida de mujeres que se encuentran en las más graves condiciones, por decir algo pero no todo, pues sería imposible, son de una belleza fascinante. Hay tanto que aprender, tanto por que luchar, y yo he tenido la suerte de trabajar de la forma más directa con alguien que entiende el sistema, que conoce la vía rápida a una ayuda verdaderamente efectiva y eficaz. Esta mujeronga se las sabe todas, no se le escapa una, le encuentra las cinco pata a todo gato que le pase por delante. Y lo más importante, genera esa necesidad de ayudar y resolver en todos los que cruzamos su camino. El efecto constancia funciona de la siguiente manera, si alguien sostiene una conversación con ella por más de cinco minutos, con certeza se engancha a la misión, de una forma u otra.

El sábado pasado realizamos una fiesta en el patio del refugio. A Constance se le ocurrió, con motivo de las celebraciones de fin de año, hacer algo especial para los niños y para las madres embarazadas de Overtown que no siempre tiene acceso a los cuidados médicos tan necesarios. O sea que, se organizó una especie de feria de salud donde participaron varias clínicas y repartimos regalos a los niños. Logramos que nos donaran más o menos mil juguetes, los refrescos, libros, lápices de colores, marcadores, plastilina, juegos de vídeos, decoraciones festivas, trajes de Barney y Elmo, etc. Las recién graduadas como ayudantes de cocina prepararon el almuerzo. Con la indispensable ayuda de varios voluntarios manejamos la fiesta, hasta unas queridísimas estudiantes de arte de FIU pintaron a más de trescientas caras e inventaron manualidades festivas para todos los niños. Una de las maestras de mis hijas llegó a leer historias infantiles.

Entre tantas actitudes y aptitudes que admiro en esta diosa, me sorprende que en medio del gran compromiso que es llevar el refugio, recaudar por todos lados posibles donaciones, estar pendiente de la salud y el bienestar de las huéspedes y todo lo que abarca un lugar como el Lotus House, que Constance esté pendiente de las fiestas, y del los niños del barrio, que cuando llegue el 25 tal vez no tendrán regalos, y se zumbe a (con un presupuesto mínimo) organizar una fiesta por todo lo alto para esos niños que tal vez esa será a la celebración más grande que asistirán en todo el año y esos regalos que dimos serán los únicos en esta Navidad. Terminó siendo una fiesta maravillosa, en un caos delicioso, y ni un niño se fue a casa con las manos vacías… aunque casi, porque no quedó ni un juguete.

Estas son algunas de las imágenes del sábado:

La pasión que ciega la razón

diciembre 15th, 2008 § 0 comments § permalink

Ya culminado con las últimas páginas de En Busca Del Tiempo Perdido, llego a una conclusión acerca de un tipo de mujer que abunda en el planeta, aunque en lo personal no conozco a suficientes como ellas; se trata de el caso de Odette, y la conclusión es que hay mucho que aprender de ella, en su medida claro. Odette es la enamorada del aristócrata Swann. Es una mujer que no es precisamente fina o hermosa, no tiene grandes calificaciones de inteligencia, no posee riquezas o una amplia educación, y para colmo es desastrosa al tocar el piano (un terrible defecto para los tiempos). Además se prostituye de una forma, digamos delicada. Pero hay algo en ella que hace que Swann la ame con todas sus fuerzas, aún a sabiendas de todo aquello que carece, y es que Odette se le resiste, no le corresponde del todo, o al menos como él desearía, no hace su voluntad, es misteriosa, da la impresión de interesarle otros hombres, convirtiéndose en el símbolo de la infinita conquista. Es su virulencia lo que la hace más atractiva de lo que realmente es.

De modo que Swann se va consumiendo por los celos, mientras ella, inteligentemente, se va alejando cada vez más, causando en él un aferro y una obsesión incontrolable. Me causa especial atención que él, al no saber lo que Odette hace durante las horas que no pasan juntos, y que ella no le permite bajo ningún concepto ser interrogada, sólo consiga pensar en ella de manera obsesiva, y hasta la justifique por los actos de infidelidad en los cuales él llega a imaginarla, y que ciertamente no se equivoca.

Según la historia va avanzado, comienzo a perder la paciencia con Swann, quien poco a poco va perdiendo su identidad y hasta su personalidad por causa de este amor que no le corresponde. A partir del momento en que él deja su vida a un lado para pertenecer a la vida de Odette, vida que a él no le llena ni se asemeja a la exquisitez a la cual está acostumbrado, para en cambio acudir a fiestas de poco prestigio y reuniones de los más allegados a Odette, gente definitivamente cuestionable, comienzo a sentir rabia por ambos, Swann y Odette, pero no puedo dejar de reconocer que la audacia de ella me desploma inesperadamente, de manera incurable, pues en algún momento todas hemos querido ser como Odette, y que esa persona que tanto estimamos nos considere como lo imposible, y que nos convirtamos en la búsqueda de lo inatrapable. Sin duda una propuesta llamativa.

Swann, como tantos otros hombres se obsesiona con la conquista, y es ahí donde está el secreto chicas, mantener la relación en una batalla no ganada del todo, sin resolución definitiva, así sea por apenas unos puntos. Privarlos un poco de nuestras atenciones, así cuando estemos en sus brazos sepan apreciarnos mejor y encontrar en nosotras un efímero momento que tal vez más tarde en el mismo día no se repetirá. Hay que probar estas medidas, y ver si con el tiempo nos sentimos como Odette, que segura de que Swann regresaría cariñoso y sumiso, se acostumbró a no temerle cada vez que se alejaba cuando ella le negaba algo que el deseaba. Otra buena lección. A veces hay que decir no, por pura inteligencia, para causar en ellos un cierto desbalance.

La otra conclusión a la que llego es que la mujer no ha de ser un trofeo en particular, ni la más bella, ni la más inteligente, ni la más talentosa. Todas, sin excluir a nadie somos hermosas a nuestra forma, lo que hay es que encontrar lo que nos hace interesantes, y el tipo de hombre que se sienta atraído con esos atributos. De manera que si somos nosotras las obsesivas, no podemos esperar a que un hombre se comporte como Swann.

Sin necesidad de llevar las cosas al extremo de Odette, se podrían aplicar algunas de sus técnicas: La más importante, un poco de misterio, un poco de intriga no vendría nada mal, pues a veces son las mujeres pérfidas las que saben conquistar la estima incondicional de un hombre.

Tres tetas

diciembre 12th, 2008 § 0 comments § permalink

No estaría nada mal. ¡Qué divinidad! Un fenómeno delicioso que a la vez podría resultar práctico y justo a la hora de amamantar… y todo lo demás también, obvio. Por ejemplo, mis hijas nacieron una atrás de la otra, así que por lo general las dos mamas se la pasaban ordeñando, y alguien siempre quedaba fuera. Los hombres se ponen muy celosos cuando damos pecho, y no es para menos, de repente lo que era de ellos en su totalidad, deja de serlo y con tremendas leyes y horarios y fechas en el calendario, porque si hay alguien a quien tenerle pánico es a un recién nacido con sus elaboradas demandas. Ellos, los hombres, probecitos, nadie los prepara para lidiar con esa pérdida mamaria, es que ni una misma se imagina cómo van a ser las cosas. Ahora, si en vez de dos fueran tres, todos, por lo menos en mi casa, podrían satisfacerse sin robarle el turno o la leche a nadie. Claro que, como todo en esta vida, una rareza tan celestial causaría asperezas hasta en los mejor llevados. La glotonería mental y la avaricia física de los hombres se volverían insoportables, y como la mayoría de ellos suele achantarse después de ganada la conquista, a la larga podrían olvidar que un pecho más es una zona más que requiere ser trabajada debidamente. Nuestras exigencias también serían de madre. Y qué creídas nos volveríamos (ellos con menos que nosotras). ¡Uf, qué guerra! No por ser feminista ni nada por el estilo, pero tres testículos no tendrían el mismo uso y efecto- nos resultarían tal vez dos de más. Bueno, no generalizo, lo digo por mí que con uno del tamaño de dos me bastaría. Quién sabe, por ahí los hay que a lo mejor prefieren un inmenso pechugón que esa bobería de dos, o el ostento de tres. Habría que preguntárselo a ellos.