Es imposible conquistar La Habana sin antes conquistar sus agromercados, o como le dicen aquí, “el agro”. La temperatura y disposición del pueblo se mide en el agro. El estado de ánimo se muestra con el tipo de música que tocan en el agro. La abundancia o carencias del país se refleja primero en el agro. Por ejemplo, las papas y los huevos, ambos “desaparecidos” desde septiembre, si no tienes la libreta de abastecimiento sólo se consiguen en el mercado negro del agro (ese submundo que bien merece otro post). Como moscas circulan los vendedores de aquello que no se consigue en el mercado “regular”. Langostas, camarones, carne de res, manzanas y zanahorias chilenas… Algunos hasta tienen fotos en sus celulares para enseñarte la frescura sus productos (que aunque sean de dudosa procedencia al menos son asequibles).
Los agros grandes son los más estresantes y para visitarlos hay que prepararse mentalmente, como el de 19 y B en el Vedado o el de 19 y 42 en Playa, que son los más surtidos aunque también los más caros y por eso se les conoce como los agro-boutiques. Los agros de La Habana Vieja son los más impredecibles en cuanto a precios (seguramente a raíz del turismo. En algunos puedes encontrar un manojo de platanitos por 5 pesos y a dos cuadras esos mismos platanitos están a dos pesos por la unidad.
Hay que ir con bolsas porque no siempre hay, además cuestan 1 peso. En mi caso siempre termino comprándolas para luego usarlas de basurero. Es esencial, además, llevar moneda cubana (pesos) en vez de pesos convertibles (CUC), a no ser que seas muy bueno en las matemáticas y logres hacer el cambio en tu cabeza más rápido que los vendedores. Parece más fácil decirlo que hacerlo; los vendedores son hábiles y uno siempre sale del agro con la sensación de que te han timado de alguna manera. Si te descuidas, un cartón de huevos en vez de costar entre 3-5 CUCs, te pueden salir hasta 10, que fue lo que le pagó un amigo norteamericano hace unas semanas cuando lo mandé solo al agro para realizar “la conquista”. Un desafío que luego me agradeció y que es imperativo vencer porque si pasas la prueba del agro llegas con más valor a la cola de Etecsa, y eso te prepara para la cola de registro civil, que es lo único que te puede preparar para la cola más temida y atacante, la de inmigración y extranjería, que a su vez te prepara para la cola reina de todas las colas en Cuba: la de las papas cuando llegan a la bodega.
Quien no sabe negociar en un agro, no sabe nada, absolutamente nada de la Cuba de hoy. La conquista consiste en entrar en ese club exclusivo de los miembros del agro y aprender su comportamiento y dominar su lenguaje. Es preciso elegir entre los puestos que ofrezcan buenos productos a buenos precios y seguir repitiendo hasta que los vendedores se aprendan tu nombre. Mientras más temprano llegues al agro mejor la calidad disponible. Elegir un día de la semana para hacer las compras y ser consecuente con ese día es fundamental para enriquecer la relación con los dependientes, quienes eventualmente llegarán a serte fiel y te guardaran la piña y frutabomba más jugosa.
El precio de los productos oscila entre polos opuestos en dependencia de la temporada. Un mango que hoy te cuesta 3 pesos, cerrando la temporada te pueden pedir hasta 30 o 40. Y una libra de tomate casi regalada por 3 pesos en los primeros días de marzo, subirá hasta 50 y 70 pesos a finales de diciembre.
Los agros pequeños son mucho más manejables aunque las opciones disminuyen. Y luego están los carretoneros que no es una mala alternativa en épocas de más abundancia —entre diciembre y junio— y es mucho más agradable lidiar con ellos que con el caos del mercado.
Aún así, la conquista del agro tiene su mérito, por no hablar de la satisfacción personal que produce realizar una compra libre de estrés aún cuando te acosan por doquier con las ofertas del día. Saber cuándo regatear, quién tiene las lechugas y especies más frescas, llevar a casa los plátanos y guayabas más dulces o toparte con productos que estaban en extinción y de pronto reaparecen —como la arrúgula, los frijolitos chinos o las fresas—, es todo un episodio de lo real maravilloso que sólo se puede apreciar en el agro.