Wiccadiana

abril 27th, 2009 § 0 comments § permalink

Las Dianas son esenciales. Como las propiedades de la naturaleza, como los árboles del bosque, y más importante aún los arbustos de la gran ciudad, los que le dan ese toque aguantable a tanto bloque de concreto. Todos necesitamos por lo menos una para llevar una vida balanceada. Y si alguien se pregunta qué es exactamente una Diana, bueno, es eso mismo, una mujer que se llama Diana, obviamente.

Las Dianas que he conocido tienen algo similar, así como los sujetos del mismo signo o las tonalidades de un mismo color, ellas son de la misma sangre, de la misma madre, pero con encantos que las distinguen entre ellas mismas. Tienen algo de diosas y de pícaras, de despistadas y de traviesas, de ingenuas sin ser tontas. Lo saben absolutamente todo, aunque no lo quieran reconocer. Son una especie de cajita diminuta que uno abre y lo que se encuentra dentro es un elemento enigmático que no se explica por si mismo y que primordialmente emite frases incongruentes y cortadas que se parecen más a un dialecto desconocido que a la lengua que estamos acostumbrados, y que sin embargo con el tiempo se descubre una profunda relación lógica a todos los sentidos. Conseguir descifrar ese código impostor, raro y silencioso es difícil y requiere constancia, entonces puede que se te permita indagar un poco más allá, y es cuando caes en cuenta que esa cajita no es pequeña sino vasta y desbordada de incontables cualidades que se motivan y se multiplican con tu sola presencia.

Pero antes de que eso suceda, antes de conocer el valor de la Diana, normalmente se presenta la opción de cerrar esa cajita y evitar la tentación de descubrir el objeto misterioso, eso sería una cobardía innecesaria, un error. Lo aconsejable es abrirla y dejarte atrapar.

Las Dianas son acechadoras con la mirada, con el cuerpo, y con el silencio mayormente. Ellas son cazadoras por naturaleza y saben cómo llegar silenciosamente, ocupar la menor cantidad de espacio y encapsularte en su encanto para siempre. Mientras analizan la situación, se recrean sin timidez pero con medida y discreción, lo suficiente como para no hacerse notar. Mientras el ciervito que anda comiendo margaritas cerca de un lago en cualquier campo alegre, desconoce que la cazadora nos está mirando, observando cada movimiento, cada mordisco que damos, y ellas en ese mutismo absoluto que las diferencia y las cataloga como seres prehistóricos, llegan a conocer perfectamente bien a su presa. Prestan atención a los detalles mínimos, al ambiente que nos rodea, a los amigos, a los gustos que tenemos, a los males que sentimos. Por eso es tan fácil pedirle un concejo a una Diana, porque en todo ese tiempo que te ha conocido, te ha prestado una atención que no reconoces hasta que ese momento llega.

Las Dianas pueden llegar a intimidar, como no. Son de las que dejan profunda huellas en aquellos que nos dejamos arrastrar por su misterio. Son amigas, pero también son musas y amuletos mágicos. Son inalcanzable, así lentas como son, cosa que también las diferencia, sus parsimoniosos movimientos. Y sin embargo, no hay quien las atrape porque no se trata de eso, sino de dejarte atrapar. Las Dianas poseen una inteligencia inusual, en las matemáticas y en el arte especialmente. Son medidas en sus palabras y precisas en sus acciones, los bocetos no existen para ellas y todo ha de hacerse sin cometer un error desde la primera vez, como lo han hacho ellas por los años de los años. Poseen un gusto exquisito por los placeres de la vida, por la música y la comida. Comen lentamente y saborean cada etapa y forma que va tomando el alimento dentro de la boca. Para comunicarse es lo mismo, se toman su tiempo, lo hacen bien, aunque enredado, a su forma. En ellas es imposible reconocer la tolerancia por la mediocridad. Y la filosofía y religión que practican es normalmente un invento individual que ha surgido en ellas.

Son coquetas sin serlos. Los adornos con los que se acicalan tienen explicaciones importantes y nunca un detalle está de más.

Cuando se expresan lo hacen con un tono compungido y solemne, como quien está preparado para responder cualquier pregunta. Además, saben terminar oraciones que uno no logra comunicar. Si algo te preocupa, ellas saben cómo hacer limpiezas mentales.

Son salvajes y a la vez elocuentes. Por eso la asociación con los animales y el bosque. Poseen una fuerza física insospechada, son atletas por naturaleza, son hermosas y se llenan de un brillo inusual cuando son necesitadas y amadas.

Diana es un símbolo de la imaginación, la sensibilidad, la creatividad de todo artista. Son musas rodantes, mujeres que inspiran, que hablan de forma desorganizada y sin molestarse en terminar un párrafo comienzan tres y cuatro a la vez, y luego aquel caos va tomando forma y uno aprende a descifrarlas y a conectar las palabras y los conceptos. Cuando te dan un consejo, éste es sistemáticamente agudo y meticuloso, además productivo, sin caer en redundancias ni críticas innecesarias. Iluminan el sendero de la frustración y el aburrimiento mediante un aletargado silencio de vitales conocimientos. Son simpáticas y sus ingenios no dejan de sorprenderme. Tienen un sentido del orden absoluto. Todo tiene un lugar, y ellas saben dónde se encuentra. En medio de ideas confusas, con un simple gesto señalan la frase correcta, la que determina el por qué de las cosas y las situaciones.

¿Y yo me pregunto cuántas Dianas no existirán desperdigadas por el mundo? Pero ésta, de la que hablo hoy es «mi Diana» y lo escribo entre comillas porque esa y todas las Dianas que he conocido realmente no nos pertenecen sino que nos acompañan. Entonces, quien no tenga una Diana en su vida, que se ponga para eso.

Una orgía de besos

abril 13th, 2009 § 0 comments § permalink

Cuando yo tenía 16 años vivía en un mundo mucho más pequeño que el mundo de los adolescentes de hoy en día. Es cierto que cuando me interesaba por el más insignificante misterio del universo, las historias de nuestros antepasados o la dirección de los museos en Paris, la gestión no era realizable al toque de una teclita diminuta; y aunque toda información de una forma u otra se manifestaba disponible, carecía de las diversas posibilidades de esa maravillosa conexión global con la que en su ausencia el mundo actual sin duda sería obsoleto e inoperante.

Me deslumbra ver la tecnología apoderarse con el totalitarismo de un ingenioso dictador. Ya conversar en realidad es chatear, los correos electrónicos, que era la forma más informal de comunicarse hasta hace un tiempo, es ahora una formalidad utilizada en casos específicos con datos importantes o enlaces a gigantescos documentos, y en cambio nos enviamos mensajes de texto hasta para terminar con una relación amorosa. Si no tienes un perfil en Facebook o en Twitter, comienzas a perder oportunidades de trabajo, el contacto con las amistades, porque obvio, es mucho más conveniente mantener un diario de tu existencia y asumir que todo el que te conoce lo está leyendo. Así es el mundo virtual, si no tienes una identidad la gente que te rodea te va arrojando al abandono, te dejan de enviar fotos de sus bebés, de sus viajes, ya no te enteras de las fiestas sorpresas entre tus amigos, ni lo que sucede alrededor de la ciudad los viernes en la noche. Es agotante seguirle los pasos a la tecnología, y por su culpa dependo tanto de ella como de las personas que me facilitan desenvolverme en tanto adelanto, porque por desgracia pertenezco al grupo de ineptos que sin la tecnología se desploma, y sin embargo no tengo la más mínima capacidad de resolver los problemas básicos que surgen en mi computadora, en la pantalla de mi carro, en mi ipod, en mi celular, y la lista continúa…

Para los adolescentes este es el mundo real, y no conocen ni conciben otra forma de llevar a cabo un día de principio a fin sin ayuda robótica, y de sólo imaginarlo consiguen asociarse con la prehistoria. En cierta medida me considero afortunada de haber vivo antes y después de la explosión tecnológica, y aunque ya soy parte de este nuevo mundo, recuerdo con nostalgia aquella sencillez en la que se desenvolvían los sucesos de mi vida. Era una joven sobreprotegida por mis padres, encarcelada en una burbuja llena del inevitable pánico que produce el exilio. Mis aburridas rutinas consistían en ir a la escuela y después al trabajo, pues había que ayudar a la familia a salir adelante. Luego regresaba a casa de noche y me ponía a estudiar o acabar mis tareas o proyectos escolares o caseros. De vez en cuando llamaba a una amiga o zigzagueaba por los canales del televisor para distraerme. Fuera de eso, mi vida era simple y predecible e increíblemente manual. Me perdía en libros y cintas de casetes o inventando con hilos y estambres por las horas de las horas. Los fines de semana también trabajaba, mayormente los sábados, y mejor ni menciono lo que hacía para ganarme la vida, ahora que por fin lo he suprimido de mis memorias. A veces, luego de mucho rogar, mi padre me dejaba en el cine y a las tres horas, como un agente policial, me recogía en la entrada. Mis padres me concedían permiso para ir a muy pocas fiestas, y normalmente consistían en tomar el té de cuatro a ocho de la noche en casa de una amiga. A los conciertos sólo podía asistir en compañía de mi hermano, quien odiaba chaperonearme y me resentía cantidad cada vez que llegaba Bon Jovi o Mötley Crüe en concierto.

Seguramente los tiempos siguen siendo iguales y las modas recurrentes, pero para mí han cambiado con soberbio rigor. La juventud de hoy en día tiene una acceso desmedido y exagerado a la información que me desconcierta por completo, y me asusta también.

Se me va acumulando la lectura, y a veces leo cualquier tarde el periódico de hace ya un tiempo considerable. Eso fue lo que me ocurrió la semana pasada con un artículo que encontré en el New York Times de hace unos meses que me llamó mucho la atención. Y es que la juventud de este milenio se expresa sentimental y sexualmente mucho más desinhibida que en mi época. No quiero decir que los jóvenes de antes fueran más inocentes o menos promiscuos, pero al menos con los que yo me crié no se veía lo que se ve ahora. Precisamente en ese artículo se hablaba de la sexualidad entre los adolescentes, y pone por ejemplo a Chile, país que a mi parecer era del más elevado recato sexual. Resulta que se ha puesto de moda un club para adolescentes de 14 a 18 años, exclusivamente para besarse. En la barra piden refrescos y chicharritas porque no es legal consumir alcohol a esa edad, pero en público es pasable que se aprieten y se besen hasta la sien. Ya no es suficiente con esos métodos de internet que se marketean mediante formulas diseñadas de modo irresistible y alcanzable para atrapar a los más inocentes, sino que existe además el lugar donde físicamente se pueden entregar a las exigencias del cuerpo adolescente. Esta desmesurada explosión de contenido explícito en portales y networks sociales que abundan en la internet, están modificando la forma en cómo vivimos y cómo nos comunicamos, e inevitablemente cómo nos enamoramos.

En estos clubs también organizan unos juegos, por lo que el informe dio a entender, macabros, donde los muchacho se dejan cubrir los ojos por un pañuelo y se paran uno por uno en el centro del escenario a esperar a que todo el que quiera lo abofetee, hasta el mismo dj, quien da por terminada la prueba del beso. A continuación ese muchacho podrá elegir para besar a la muchacha que le guste, y ésta no se puede negar, sea quien sea, es el pacto que se hace al cruzar por el umbral del antro. Estos locales se han diseñado para conocer gente mediante besos. En la pista, mientras brincan al ritmo de esos ruidos musicales, se echan un sofocante vistazo y si surge un mínimo chispazo ahí mismo se entrelazan en un extraño beso, luego se determinan las próximas bases y la posibilidad de una relación. Como todo lo moderno, gratificación instantánea, y si ese beso no es de un agrado mortal, no pretendan una segunda oportunidad.

Los chicos entrevistados consideran que este proceso innovador ha de convertirse en un modelo para otras sociedades, pues facilita el contacto con la gente de su edad sin tener que rendir cortejos a nadie. Me imagino a estos chicos viendo los vídeos de Sandro, Nino Bravo, Dúo Dinámico, se morirían por lo menos de la risa con tanta cursilería romántica. En mi opinión, no es que no comprenda que los tiempos cambian y la forma en que la gente se conecta también, pero ese primer beso para mí es un instante memorable que resume el misterio que hasta ese momento sentía por esa persona. Habría que probar, meterse en una orgía de besos y ver el efecto, tal vez hay algo ahí que me estoy perdiendo.

Amigos: c’est tout

marzo 16th, 2009 § 0 comments § permalink

¿Será real aquello que dicen que entre los hombres y las mujeres no puede existir una verdadera amistad? Yo creo que sí se puede, como mismo las lesbianas son amigas aunque no sean amantes, y los gays también. Porque sería más que ilógico, una ofensa, imaginar que todas mis amigas lesbianas me desean de un modo sexual, o asumir que todos mis amigos gays cada vez que se reúnen participan en una orgía. Entre el hombre y la mujer sucede algo parecido, puede haber una atracción y seguir siendo amigos, nada más.

Dicen que la amistad entre sexos opuestos no es fácil pero tampoco imposible, a mí me parece que simplemente es diferente, pero ni más duro ni más complicado de lo que ya son las típicas exigencias y los sacrificios que presenta cualquier tipo de relación con quienquiera que sea. Con las amigas solemos comportarnos de uno modo, y con los amigos de otro. Hay cosas que sólo se pueden discutir entre mujeres, como también en ocasiones disfruto mucho más compartir ciertas cosas con hombres amigos. Por ejemplo con los hombres me encanta escucharlos hablar sobre sus relaciones amorosas, de las mujeres que llegan y las que se van, los motivos por los cuales no se comprometen con unas y sí con otras, las ambiciones que les quitan el sueño, las desilusiones por las que has atravesado. Las pasiones de los hombres son distintas a las nuestras, o por lo menos manifestadas de otra manera, una manera que a mí me agrada mucho. Cuando hablan del cine, de la música, de los viajes, del arte, de un libro, siempre encuentro un tono diferente en sus descripciones, en la forma de enfocar las conversaciones y de expresarse, asombrada a menudo por la similitud de pensamientos a pesar de los diversos caminos que allí los conducen. Algunos hombres son muy buenos para escuchar, y sólo te miran a los ojos con aprobación o desaprobación, pero no siempre desmantelan su verdadera opinión, aunque te estén juzgando, quizás por miedo a molestarnos. Me gusta esa timidez que entre amigas no existe y a veces cuando no estás de humor cae tan bien escuchar exactamente aquello que necesitamos oír. Me hacen recordar mucho a mi perro Domingo, pero en el buen sentido de la lealtad, la paciencia y la admiración, porque los hombres admiran a las mujeres con una curiosidad legítima, sorprendentemente afable. Con ellos también se tocan más los temas familiares, especialmente las relaciones con los padres y los hermanos, mientras que con las mujeres nos sentimos más cómodas hablando de nuestros amantes o maridos.

Entre mujeres suponemos muchas cosas acerca de los hombres que luego confirmo lo equivocada que estábamos. Y vamos, es que con un hombre no vas hablar de las rebajas del Gap, ni del ciclo menstrual, ni de las últimas monerías que hacen tus hijos, ni de los desastres que suelen ocurrir en el cuerpo pasado los treinta, o lo estropeado que se quedan los pechos después de amamantar, ni de los chismes sin importancia que ruedan de lengua en lengua sin un decisivo motivo o destino. A ellos no les puedes pedir que te acompañen al baño para reaplicar el maquillaje mientras partidas de la risa critican a la novia que el amigo se ha dignado a presentarles. Con ellos no vamos a discutir temas que abarquen ningún tipo de cifra en relación con nuestra edad o nuestro cuerpo a no ser que se trate de la talla del ajustador. No vamos a mencionar la cantidad de calorías que hemos consumido en un día, y menos que menos hablar de azúcares o carbohidratos cuando muchos hombres no saben ni lo que son las grasas saturadas. Pero tienen otras cosas para ofrecernos en una amistad que me hacen sentir muy a gusto, aunque muy diferente a cuando comparto con amigas.

De entrada no se puede negar que entre un hombre y una mujer siempre va a existir esa tensión sexual, aún en esos casos que ni siquiera se desean mutuamente, es decir que hasta subconscientemente existe un deseo por el simple hecho de ser sexos apuestos. No pretendo defenderlos, pero supongo que a mis amigos les sucederá lo mismo que me sucede a mí cuando ellos se arreglan y lucen guapos y me les quedo mirando, me gusta vacilarlos, como mismo vacilo a mujeres que me parecen atractivas, pero eso no quiere decir que ese deseo efímero se tenga que convertir en un acto carnal. Fantasear es un cosa y realizar esas fantasías ya es otra cosa, muy otra.

Nos lo han dicho los sicólogos, que el hombre y la mujer son como por decir el extraterrestre y la terrestre (o viceversa para no provocar a nadie), somos contrarios, tanto así que por más fuerte que sean los lazos de amistad, normalmente va a existir algo más, tal vez dudoso, tal vez un poco tramposo y hasta fuera del alcance de las nociones que más o menos entendemos, pero principalmente manejable en casi todos los casos. A lo que me refiero es que auque exista esa tensión que suele ser tan incómoda como placentera, eso no significa que la amistad sea irrealizable.

Claro, que a veces las cosas no salen como las planificamos. ¿A quién no le ha sucedido que el afecto que suponíamos era puramente amistoso, de golpe se sale del plato? Y toma un forma gigantesca, que se adueña de los controles que hasta el momento nos ayudaban a funcionar como gente normal, y qué va, fuera y más allá de nuestros dominios y por supuesto en contra de la razón, ese cariño se torna en una irremediable pasión que tarde o temprano va a acabar con la amistad. Bueno, ahí sí que hay que poner un pare porque no se puede tratar a una persona como una cosa cuando el deseo y el corazón te piden otra, especialmente si esa persona no te corresponde, pero esos son casos aislados, específicos, atípicos pues es improbable enamorarse de todos los amigos. Ahora si se trata de una sencilla atracción, no veo el problema en lo absoluto. ¿A caso no es así como llegamos a casi todas las personas que están en nuestras vidas? En mi caso es así, existe un magnetismo que me dirige a algunas personas y a otras no. Con algunas nos convertimos en amigos y con otras la atracción inicial se desparrama y cada cual sigue por su lado, por el rumbo de la vida, atrayendo a nuevas personas y sumándolas a las listas de amistades o a las del olvido.

Si se acepta como tal, que entre un hombre y una mujer existe un placer misterioso en ese deseo imposible (que de ninguna manera ha de ser doloroso) de realizar, la vida toma otros colores. Las amistades no tienen que ser carentes del deseo o impulso sexual siempre y cuando se trate de una expresión corporal y no física o emocional. Digamos que para lograrlo lo más importante es tener las intenciones bien claras por ambas partes, los sentimientos pueden variar, pero las acciones si se mantienen en la raya, es ahí donde suelen florecer magníficas y entrañables relaciones, a partir de un disfrute por la fruta prohibida, incluso cuando estamos claros que esa atracción es más coco que otra cosa.

Desajuste mujeril

febrero 8th, 2009 § 0 comments § permalink

Encontrar un balance en nuestra vida es posiblemente una de la operaciones más difíciles que nos podemos imponer. En primera instancia porque el balance sólo se logra a través de la constancia, que es más o menos la misma rutina que mediante una existencia equilibrada intentamos evitar y que se logra solamente con esos pequeños actos espontáneos del diario vivir, siempre y cuando nada exceda o supere otros actos, los indispensables.

Digamos que la vida es como una maqueta abundada por todo lo bueno y lo malo, y una debe elegir a qué le va a dar importancia de manera eficaz y con cierta precisión para que al final del día o de la semana o cuando quiera que se saque el balance, la caja cuadre. Se debe llevar una dieta saludable pero saber cuánto de lo dañino se puede comer. Conviene hacer ejercidos para estar sanas y duras. Debemos pasar con la familia un tiempo adecuado que se pueda considerar como calidad y no necesariamente cantidad, aunque eso también es fundamental. Es esencial mantener la relación activa entre pareja, no ser ni muy vanidosa ni muy desaliñada, dedicarnos tiempo a nosotras mismas, terminar algunos de los proyectos que hemos comenzado, ser buenas amigas pero aprender a decir no de vez en cuando, en especial si de verdad no podemos acceder a cierto caprichos.

¿Será posible que la moderación no sea otra cosa que un producto de la inconformidad?

Las mujeres somos: o muy gordas o muy flacas, o muy bajitas o muy altas, o muy blancas o muy oscuras o muy verdes o muy amarillas. Tenemos el pelo o muy rizado o muy lacio, o muy oscuro o muy claro, o muy corto o muy largo, o muy grasiento o muy seco. Normalmente queremos cambiar de pareja o hacer que nuestra pareja cambie. Si estamos solteras añoramos estar en pareja, casada y con hijos, o si tenemos todo eso sentimos envidia por las solteras que pueden hacer lo que les venga en gana. Hasta que llegamos a los treinta años no soñamos con tener diez de más, pero sí actuar como tal. Después de los treinta todas deseamos tener (o como mínimo aparentar) diez años de menos. Si tenemos experiencia es porque ya hemos perdido la inocencia. Pero la inocencia no es tampoco el mejor de los atributos, pues con ella también viene la torpeza. Además, a la inocente ya después de cierta edad se le empieza a dar otro nombre; la problemática, la solterona, la tonta, que en realidad quiere decir la idota.

Todas las mujeres nos formamos una idea distorsionada de la belleza y sólo puede regir en aquella que no encontramos en nostras mismas, sino en las que tienen piernas tulliditas o largas infinitas, o las flacas desnutridas que desfilan por las pasarelas, las que son culonas o tetonas ,o ambas, culonas y tetonas. Debemos tener labios carnosos, ojos expresivos, pezones rosaditos y pequeñitos, un cutis formidable, muslos duros y lisos. Jamás encontramos el balance sino la inconformidad, o nos sentimos muy lindas o muy pero muy feas. En el bar debemos beber alcohol medidamente. Está bien que un hombre nos compre un trago, pero también hay que tener en cuenta cuándo nos toca pagar. No debemos entregarlo todo en una relación. Es necesario luchar por nuestros derechos, y a su vez evitar consumirnos por ello. Tenemos que conducir al máximo de lo que permite la ley, de lo contrario te llamarán Miss Daisy. Es esencial demostrar cualidades de aventurera, con límites para que no te tomen por irresponsable. Es decir, vivir con pasión pero sin obsesión, encontrar un balance o si parece más fácil, evitar la conformidad.

En conclusión, cuando escucho aquello de la moderación siempre pienso que ese concepto se ha inventado para evitar los extremos, pero que en sí es quimera imposible de realizar, y que la ecuanimidad no es otra cosa que la decadencia de tanto la pasión como el abandono a toda causa, pues si hay una equilibrista por ahí que todo lo tiene bajo control, que tire la primera piedra.

Hipocondriasis, divino padecer

diciembre 4th, 2008 § 0 comments § permalink

No hay nada más alentador, más romántico, más normal y predecible, más viril y seductor que un hombre hipocondríaco. Yo los amo y sin ellos no puedo vivir. La hipocondría es una muestra de gran estima personal, de fuerza y vigor, de valentía, de una seguridad en sí mismo por completo deslumbrante. Los síntomas se miden de acuerdo al nivel de hombría, mientras más macho, más fuertes son las dolencias. Los que niegan serlos es un acto en sí hipocondríaco, e indica que próximamente lo serán, y si no llegan a serlo, para mí son sospechosos, pues aún no he conocido a ningún hombre que no lo sea. Que en seguida que una se sienta con síntomas, los de ellos escalen y sean más notables aún, de una cierta rareza no encontrada en ningún informe médico en la clínica, en la internet o en el libraco de medicina que los hombres acostumbran a tener en la mesita de noche y es como una especie de Biblia que responde a los enigmas de los más perturbadores y desconocidos padecimientos.

A menudo los hombres sienten síntomas físicos inexplicables, experimentan raras erupciones e incógnitos dolores. El mismo Moliere los encasilló en su comedia El Enfermo Imaginario, donde el personaje principal, como tantos hombres que conozco, era un esclavo de sus malestares. Algo que a mí en lo personal me parece atractivo y un peculiar modo de seducir a una mujer. Es un desorden que aflige al hombre y que sólo una mujer puede “comprender” cuando el enfermo, atrapado en su pánico se convalece en su estado más puro, y que se mejora tan pronto los niños se duermen, comienza el partido de pelota, telefonea un amigo para ir al bar, o recuerdan que existen el porno gratis.

En conclusión, un hombre hipocondríaco es un hombre inofensivo y con certeza lleno de salud. Así que si te encuentras con uno, no lo dejes ir. Cada especie con su cosa, ellos son hipocondríacos y nosotras histéricas, y de eso si que hay para hablar rato.

Save the tetas

octubre 19th, 2008 § 0 comments § permalink

6:30 de la mañana sonó la alarma. A esa hora no podía con mi alma, pero en quince minutos me iba a recoger una amiga y no convenía salir sin antes tomarme el brebaje matutino, un cafecito. Escasa vez me encuentro con el horizonte de Miami a una hora tan especial, o mejor dicho, peculiar, pues no soy para nada mañanera. A veces esta ciudad me parece tan bonita, el mar sedadito, los edificios erectos como palmas durmientes, las calles despojadas de una locura que pronto la cundirá el tráfico.

El sábado fuimos a correr por la cura del cáncer de mama (Race for the Cure). Gran parte de los participantes caminaron. Fue irrelevante, allí nadie pierde.

Nos reunimos en el quiosco de Soraya a la hora acordada. Estábamos allí por ella, aunque tristemente ella ya no está con nosotros. Sin embargo el sábado la recordamos con alegría. Aunque no pude evitar entristecerme cuando vi sus vídeos que los estaban pasando en una pantalla en el quiosco. Fue la primera carrera de mi vida, y para animarme decidí cada vez que me evadiera el pensamiento, pensar en la linda sonrisa de la chica de los vídeos, confirmándome que se ha ido para siempre. A los minutos llegaron las amigas que teníamos en común, algunas de ellas sobrevivientes. En el ambiente había una alegría colectiva. Todos los que estábamos allí ese día habíamos perdido a una mujer importante, un familiar, una amiga o a un gran amor; o por lo menos de alguna forma nos sentimos afectados por la amenaza de esta enfermedad. Cada año en esta carrera se recaudan miles de dólares, y también la comunidad aprovecha para celebrar la vida de las que se fueron, de nuestra amiga Soraya, de recordar su magia, su mirada intrigante, su infinita bondad, su gran talento. También de celebrar la vida de las que aún están aquí, recordándola, extrañándola, luchando, recuperándose, dispuestas a llegar a la meta final de cualquier manera.

Cuando sonó el disparo y mi amigo Eric reaccionó como un resorte, me tomó de la mano y salimos volando, atravesando pasadizos claustrofóbicos entre los diferentes grupos de personas que intentaban caminar parsimoniosamente los cinco kilómetros de carrera. Velozmente avanzamos hasta un punto que se nos hizo fácil movernos sin chocar codos. No pude evitar sentir que esas quince mil personas que me rodeaban hacíamos parte de un pequeño universo. Niños, mujeres embarazadas, calvas relucientes, señoras distinguidas, muchachas jóvenes. Hombres también, de todos los tamaños, colores y edades, dispuestos a llegar hasta el final sin flaquear, con una felicidad insospechada que se desbordaba en esas calles de Miami que habían cerrado para la carrera. Algunos llevaban sus pulóveres oficiales, otros con mensajes ingeniosos, como: I Love Boobs, Los Pechos de mi Vida, Yo Soy la Cura, Cancer Sucks, Sobreviví al Cáncer, y mi favorito, Save the Tetas.

Lo logramos en 39 minutos. Aunque ya un gran número de participantes había terminado, otros casi estaban por llegar y a muchos aún les falta un buen trecho. En el gentío me fui topando con tantas amigas y conocidas! Nos tomamos fotos, compartimos historias, mayormente acerca de la persona a quien le hacíamos honor esa mañana. Sabíamos que íbamos a salvar vidas, aunque al día siguiente para muchos la lucha continúa. Pero en definitiva, la vida es un momento, y ese fue grande.

Para más información acerca de la carrera y la organización, haga clic en: www.komenmiaftl.org/