Divorciadas: las solteras más felices

diciembre 8th, 2008 § 0 comments § permalink

A veces me quedo perplejas con estas divorciadas de la modernidad, del ya no tan nuevo milenio. Una amiga que hace unos meses se separó de su marido y recientemente se divorció, está como nueva. Sencillo, ya no lo quería y realmente nunca lo había querido como pareja, la excusa de la gran mayoría de las divorciadas. Lo dejó con casa, muebles y hasta su perro de cuando era soltera, y a duras penas se llevó a su hija de apenas 3 años. Éste, para castigarla, le compró una casa y un carro de un cierto lujo, se comprometió en pagarle una manutención de $4,000 al mes y ocuparse de otros costos, como la escuela privada que ella aspira que su hija atienda hasta que se le terminen los estudios, clases de ballet, de piano, pasajes de viajes y cualquier otro fausto deseo de una madre moderna. Además le ha prometido una niñera hasta que la pequeña cumpla trece años, y compartir la custodia a tres días en su casa y cuatro en casa de ella. En fin, no me queda claro quién dejó a quién. Han pasado seis meses y Sol ahora tiene un novio que es un entrenador mulato tatuado de pies a cabeza, que la visita todas las noches y antes de que amanezca desaparece, para que la pequeña no se entere (eso me parece bien). La trata como una reina, le da lo que ella quiere, que aparentemente es un sexo complicado, no le exige absolutamente nada, no desea casarse ni tener hijos con ella, gesto que milagrosamente Sol agradece porque las madres solteras por lo general buscan padrastro desesperadamente.

Su madre en cambio se opone a la felicidad de su hija. Una felicidad que para ella es por completo incomprendida, pues durante su juventud y en realidad a lo largo de su vida, se ha dedicado a satisfacerse únicamente a sí misma sin el menor titubeo, sin plantearse por un segundo las consecuencias, si ese chico veinte años menor que ella, y hasta menor que sus dos hijos, sea un buen padrastro o una buena persona. O si hablar constantemente de sus hazañas durante los años sesenta y la libertad con la que se desenvolvía en todo momento, incomode a sus hijos cada vez que vuelve a contar esas gastadas historias. Las madres siempre quieren lo mejor para nosotras, una vida superior a la de ellas, el marido perfecto, si es judío mejor aún, a pesar de que ella le llevara la contraria a su familia casándose con un hombre católico. La historia se repite una y otra vez, las madres aprenden de sus errores, entonces nos imponen sus aprendizajes para que no suframos, para que no malgastemos el tiempo con un degenerado, para no ponernos en situaciones embarazosas como tantas veces ellas lo habrán hecho, pues de eso se trata la juventud. Pero no se puede olvidar que esos errores han sido la vida, y cada cual debe vivirla a su modo. La vida de principio a fin es un error constantemente, y después en la memoria uno va justificando, ajustando, editando los diferentes compartimientos y con eso basta, esas son nuestras lecciones, no las que nos imponen nuestras adorables madres, que pueden llegar a empujarnos a tomar decisiones que luego para zafarnos tenemos que cometer un montón de errores, a veces irreparables, y hacer sufrir en el proceso. ¡Oh Dios, lo que me espera con mis hijas!

En lo personal, no creo en el divorcio como primera instancia. Creo en las pruebas que nos impone la rutina, en el desamor como desafío a reconstruir lo perdido. En las ventajas del amor que renace con el tiempo, en la complicidad de los años. Pero si no te gusta tu pareja, ni en la cama ni en la mesa durante la cena, lo mejor es separar bienes de la manera más civil y tratar de elegir mejor la próxima vez, sin nunca olvidar que las que ya tenemos hijos no escogemos primero para nosotras, sino al revés, o como Sol, que prefiere ser una divorciada deseada y sin compromisos a partir de las 10 pm hasta las 6 am.

Un sábado sin Domingo

noviembre 21st, 2008 § 3 comments § permalink

El pasado sábado por la tardecita estaba preparando a mis niñas para ir a dar un paseo en bicicleta. En tan sólo segundos y no sé cómo, puesto que todas las puertas ya estaban cerradas, nuestro perro Domingo se escapó. No es la primera vez, de hecho desde hace diez años lo viene haciendo. Pero a veces me parece que esta rutina es parte del cariño que nos une, y lo digo porque en mi vida han habido hombres así, que siempre quieren salir corriendo, total para luego regresar.

Cada vez que Domingo se escapa me crispo de la roña. ¿Cómo es posible?; cuando me lo encontré estaba raquítico, con enfermedades estomacal y de la piel, severos problemas emocionales; entonces le di un hogar, comida regia (lleva una dieta especial y se la compro por la internet y el envío cuesta un ojo de la cara), jugueticos que hacen sonidos, huesitos vegetarianos con sabor a pollo y puerco. Además le doy lo más importante, mi afecto y mi atención. ¿Y él qué hace? Se escapa cada vez que puede y luego regresa con la pesturria ambulante de todos los basureros del reparto donde vivimos.

Y bueno, la vida es así, como muchos hombres (y algunas mujeres que conozco), los perros también a veces necesitan perderse, ensuciarse un poco y luego regresar a casa. Me quedé pensando en eso el resto de la semana, y desde entonces constantemente me vienen a la cabeza numerosas similitudes entre estos dos mamíferos. Ya se sabe que comparten un gran porcentaje en la estructura básica del ADN. Pero también por ejemplo el hombre y el perro ambos se sienten amenazados por su propia naturaleza y marcan territorio aquí y allá y en donde puedan, sospechan del cartero y del lechero -¡como no, aún existen los lecheros!-. Además ocupan demasiado espacio en la cama, en especial si están los dos a la vez. Claro que a diferencia de un hombre –y ojo que esto no es una pulla, aunque seguro me van a tirar huevos- a un perro se le puede entrenar sin mucha discusión, se les puede obligar a bañarse, son incapaces de criticar las amigas o las suegras, les importa un pepino si estamos lindas, flacas o aún conservamos muslos firmes, y muy importante, son fáciles de comprar. Claro que un hombre no necesita ayuda para ponerse la correa, ni para abrir una lata de atún, o la puerta para largarse. Lo lindo en este asunto es que no hay que escoger, se pueden tener ambos a la vez, perro y hombre.

Cagax o mierdex

noviembre 14th, 2008 § 1 comment § permalink

La relación entre mi madre que vive en Miami y su madre y dos hermanas que viven en La Habana es como único puede ser en estos tiempos, a larga distancia. Mi madre llama a mi abuela el primer domingo de cada mes. Ella prefiere hablar con su madre unos minutos más una vez al mes que hablarse más seguido sin ningún contenido significativo más allá del superficial que es inevitable cuando charlan por menos tiempo. Con sus hermanas en cambio casi no se telefonea, la comunicación es cibernética, y gracias a que ambas tienen acceso, porque en Cuba eso es un privilegio.

Mi abuela ha estado padeciendo de una acidez crónica, y aparentemente lo único que ha conseguido que le alivie es tomar un poco de cachito (que es una gaseosa), cosa que no se concibe porque si bien el cachito es muy digestivo, también tiene ácido cítrico. Esta gastritis o inflamación estomacal (aún no hay un diagnóstico concluso) es probablemente el resultado de la caterva de pastillas que se ha tomado para los dolores de los huesos que la llevan azotando hace ya bastante tiempo.

Mi madre cuando leyó el mensaje de su hermana en el que le contaba acerca de los padecimientos de su madre, le comentó que ella también padecía de gastritis y que cuando se ponía mala tomaba Zantax o Tagamet, pero mi abuelita tan ingeniosa le contestó que ella cuando cae en crisis toma cagax o mierdex. Mi madre alarmada, que es lo único que puede hacer con este relajo de leyes entre Estados Unidos y Cuba, no pudo dormir bien esa noche, pero al día siguiente mi tía le aseguró que todo estaba bajo control y que esa misma tarde iba a buscarle a mi abuela una botella de dos litros para que se pasara el fin de semana entero tomando refresquito.

Una orangutana en la Casa Blanca

noviembre 10th, 2008 § 3 comments § permalink

Quién se lo iba a imaginar, que Michelle Obama pudiera ser la primera dama de Los Estados Unidos. Hasta hace un tiempo atrás lo veía imposible, mi lealtad hacia Hillary Clinton me había conducido a imaginarla de regreso en la casa blanca.

Cuando concluyeron las asambleas, demócrata y republicana, mis amistades se dividieron entre un partido y el otro. Supongo que es lo lógico tan pronto a las elecciones, cada cual tiene sus motivos, sus caprichos, sus prioridades. Sin embargo no comprendía cómo era posible que seguidores de Hillary fueran de repente seguidores de McCain. Algún día alguien me lo tiene que explicar, pues en mi opinión, y creo que no me equivoco, la diferencia entre las propuestas de ambos candidatos era bastante pronunciada, en cambio la de Obama y Hillary se asemejaban en grandes proporciones. Algunos de mis amigos que seguían a Clinton y luego se pasaron para el lado de McCain, aunque no me lo dijeron directamente y entre tapujos increíblemente desinformados e insustanciales, surgieron varios argumentos, no me dejaron otra alternativa que reducir el contenido del tema a un racismo que tal vez ellos mismos desconocían. Cómo creerlo, de verdad no me imaginaba que el racismo existiera entre mis amigos, gente que yo considero del nuevo mundo, de ideas ejemplares, de la más insospechada aceptación por lo más insólito, y sin embargo la noción de tener una familia negra en la casa blanca se había convertido en la amenaza que les estaba quitado el sueño en estas últimas semanas.

Como me dijo una amiga que adoro, aunque aún no perdono: “yo no soy racista, mi problema no es con Barack, él no es tan negro y además me parece hasta guapo, pero ¿te has fijado en su mujer? por favor, esa prieta es una orangutana”.

No sé qué pueda pasar ahora que la familia negra ha conseguido llegar hasta la casa blanca. Tendremos que esperar y ver. Algunos lo harán con miedo contando los días hasta el 2012, otros con indiferencia, y muchos (el 53% del país) con la esperanza de que el tan hablando cambio tenga no sólo el efecto prometido, sino a largo plazo y en asuntos que ya yo, tal vez ingenuamente, imaginaba superados.

Votar con la fuente rota

noviembre 3rd, 2008 § 0 comments § permalink

Las colas para ejercer el voto por adelantado en estas próximas elecciones han batido récord. Mucha gente decidió no esperar hasta mañana 4 de noviembre (día de elecciones), pues la ansiedad que produce el tan sólo pensar en el fiasco del 2000 y la desilusión del 2004, han engendrado un creciente interés (especialmente entre los demócratas) por no dejarlo para el último día, en el cual el caos ya ha comprobado ser capaz de tragarse votos que podrían llegar a decidir por un candidato o el otro. En algunos centros electorales la demora ha sido de hasta cinco horas, pero la gente se ha mantenido firme, pase lo que pase.

Sin exagerar, ese fue el caso hace unos días en Coconut Grove cuando una mujer de raza negra, embarazada hasta más no poder, en medio del entusiasmo colectivo que es tan notable en ese centro, se le rompió la fuente antes de que fuera su turno de votar. Enseguida llegó la ambulancia, pero qué va cuando trataron de acostarla en la camilla, ésta se negó hasta que no llegara a ejercer su voto. Como era de esperar le permitieron ir al frente de la cola para llenar su boleta, anunciando que de ahí no se iba hasta que no votara por una mejor vida para su hijo por nacer. No es por nada, pero sólo una mujer a punto de parir es tan lúcida y tiene tantos cojones. Sin decir mucho ni poco, si a un hombre se le hubiese roto la fuente lo más probable es que se hubiese derramado a la bahía que teníamos de panorama, por puro instinto. Tal vez eso no me quedó como lo pensé, pero así se queda.

La gente se emocionó tanto que comenzó a aplaudir y a cantar en inglés las palabras de Obama, “Sí Se Puede”, aunque la mujer que estaba de parto en ningún momento delató por quién iba a votar. La sacaron en la camilla y todos seguían cantando, pero ella ya estaba en otra cosa… la dilatación andando, el útero contrayendo, el abdomen endureciendo, el bebé bajando… y Obama ganando.

Obamamama

octubre 21st, 2008 § 0 comments § permalink

El otro día en la escuela de mis hijas me topé con una de las maestras del programa de verano al que acudió mi hija menor. Es una americana que está casada con un cubano (nacido y criado en Miami), y cuando se fijó en el botón que llevaba enganchado en mi blusa, que leía Obama 08, me preguntó si yo era una Obamamama. No supe lo que quiso decir y ella mucho no me lo explicó, pero me dijo que iba a votar por McCain y que yo como cubana debería también. Tampoco entendí lo que quiso decir con eso.

Voy a votar por los siguientes individuos. Para presidente Obama me parece que es un candidato mejor equipado y más necesitado para este país en este momento. Además es un líder natural, como pocos hay hoy en día, que da gusto oírlo hablar, a comparación con el somnífero que suele ser el candidato contrincante. Omitiré mis comentarios sobre Sarah Palin, tal vez otro día pueda animarme a escribir algo sobre ella.

Quisiera votar, aunque no son parte de mi distrito, por Raúl Martínez y Joe García, a quienes conozco poco, pero de ninguna manera votaría por los hermanos Díaz Balart, que han pasado tantos años apoyando el embargo y quienes aún hoy en día (a pesar de que el embargo sólo ha conseguido dificultar el vínculo que nos une a los que tenemos allá en Cuba) siguen con el mismo tiqui tiqui y las mismas restricciones. Es fácil crear leyes que no te afectan en lo más mínimo. Curiosamente son estos los políticos que dicen luchar por el pueblo cubano, pero cómo se puede luchar por una cultura que se desconoce por completo. Por otro lado, puedo ejercer mi voto a favor de Taddeo, porque Ros-Lehtinen es otra que bien baila en cuanto al tema de la política cubana.

A los pocos días de haber sido llamada Obamamama, fui precisamente a ver a Obama dar un discurso en una concentración titulada “Mujeres por Obama”, y a la salida me encontré con una amiga que estaba regalando calcomanías de Obamamama. Yo por supuesto que cogí la mía y la pegué en la ventana de mi carro. Ahora trato por todos los medios de estacionarme al lado del carro de la maestra todas las tardes cuando recojo a mis hijas.