¿Tragar o no tragar?

enero 22nd, 2009 § 0 comments § permalink

Algunos (insensatos) dicen que tragar el semen de un hombre no garantiza salud alguna y que hasta podría ser dañino. Esta es la gente que sin base científica no pestañea. Pero estudios e investigaciones privadas -digamos caseras y algunas más serias- cuyos resultados contrarían a aquellos cerrados de mente -digamos conservadores-, garantizan grandes beneficios. Aparentemente existen valiosos usos para este líquido que confecciona humanos, y yo todo aquello que se ligue al reciclamiento y al buen uso del la materia inútil, por supuesto que lo pongo a prueba y posiblemente en práctica; no se podría esperar menos de una chica verde. Desde hace tiempo había tomado la iniciativa de tratarme con semen, pero hace un par de años salió un estudio en la revista Woman que dice que según unas investigaciones que se llevaron a cabo en la Universidad Estatal de Carolina del Norte, practicar la felación y tragar al menos dos veces por semana puede reducir hasta un 40% las probabilidades de desarrollar el cáncer, aunque no especifican cuál. Sería una ingenuidad negar que existen ciertas propiedades vitamínicas que podrían resultar convenientes tanto dentro como fuera del sistema. De tragar este shot de salud, el consumidor (sí, se sugiere para ambos sexos) ingerirá proteína, aminoácidos, fósforo, sodio, zinc, potasio, enzimas (no recuerdo cuáles), ácido cítrico, vitamina C, glucosas, fructuosas y otros azúcares (de los recomendables no los inventados por el hombre), etc., etc. Además, se ha comprobado que ese juguito condensado podría ser uno de los mejores antidepresivos, así como lo es el chocolate. Este potente brebaje posee también otras funciones de alto provecho para la respiración sanguínea actuando como una especie de suero tónico para el organismo. Ah, y hablando de tónicos, para el cutis es una maravilla, para los poros XXL el mejor sellador, y para las espinillas, veneno mortal. Ojo, hay que tener cuidado con la dieta del irrigador porque un semen contaminado podría causar alergias o erupciones en las pieles sensibles si el donante consume alcohol en desmedida o lleva dietas altas en grasas (Eso lo digo por experiencia propia). He comprobado también que para el pelo resulta en un bálsamo inigualable, y a los que sufrimos de cutículas expuestas, no existe una cura más efectiva. Y lo más fascinante es que los resultados de estos tratamientos son notables enseguida, como pocos en el mercado. De decidirse por estos felices y económicos tratamientos de belleza, la forma más sencilla de conservar su frescura es envasar el líquido seminal y depositarlos directamente en un recipiente de vidrio con tapa e ingresarlo en el refrigerador lo antes posible. Ya las otras formas son complicadas y de ninguna afirmación erótica (créanme). Si pretende utilizarlo en forma de mascarilla pero le desagrada su fuerte fragancia, se recomienda esperar uno o dos días, tiempo en el que este vanidoso y embellecedor hidratante suele perder sus peculiares efluvios. Así que a taparse la nariz y a dispararse su traguito de vez en cuando (como cuando yo era pequeña en Cuba y mi madre me hacía tragar una yemita cruda antes de ir a la escuela), a untar, a salpicar, a explorar, que este líquido radical, ya sea medicinal o cosmético, sus beneficios no se pueden negar.

Superwomen

enero 19th, 2009 § 0 comments § permalink

La otra noche, noche de chicas, fui a comer con unas amigas y me quedé boquieabierta cuando ambas me contaron la odisea en casa para llegar a nuestro encuentro. Una me dijo que su marido normalmente la deja salir aunque no es de su agrado, además se lo tiene que avisar con una o dos semanas de anticipación, y jamás de los jamases podría espontáneamente, por decir un martes a las 7pm, anunciarle que se va con sus amigas a un bar o a un cine. También nos contó que la razón por la cual estaba retrasada era porque cuando llegó a casa del trabajo, su esposo se encontró que las niñas aún no habían cenado porque ella, mi amiga, acababa de llegar del gimnasio, donde da clases. La comida ya estaba en la hornilla, sólo había que servirla. Sin embargo, él se enojó de que su mujer le dejara la responsabilidad y se fuera a divertir.

La historia que nos contó la otra amiga era más sorprendente aún. Su esposo se encontraba fuera de la ciudad, en un viaje de negocios, y ella había aprovechado la ocasión para escaparse. El enseguida la encontró en el celular y de ahí en adelante se pasó toda la noche llamándola e insistiéndole que regresara a casa, donde pertenece una mujer casada que deber guardar respeto. Además me imagino el sermón que le habrá dado más tarde y al otro día y al otro.

Por último, la tercera amiga que nunca llegó a nuestro encuentro, nos envió un texto que decía que su marido no la dejaba salir de casa esa noche “será para la próxima chicas…”

Ahora, estas tres mujeres, que creo que definen a una especie de Superwoman, trabajan incansablemente todo el día con el fin de mantener el orden y equilibrio en sus casas. Lavan, planchan, cocinan, limpian, llevan y recogen a los niños de la escuela, a las actividades y el deporte, hacen la tarea con ellos, y además muchas de ellas trabajan fuera de casa y hasta me he enterado que son las que llevan el manejo de las cuentas y los pagos.

No pude menos que pensar que estaban locas de remate, que pertenecían a otra época para mí desconocida. Pero qué va, son mis amigas de la escuela de mis hijas, mujeres modernas, que usan pantalones ajustados y hasta minifaldas, mujeres hechas y derechas, que le tienen que pedir permiso a su marido para salir una noche con las chicas.

Luego que no se quejen de que no tienen misterio, de dueña y señora que lo hace todo en casa y nadie las considera, de prácticamente darle la papita en la boca al señor y jefe del hogar. A mí las cosas si no son en equipo no me interesan, y no voy a juzgar cómo hacen las cosas las demás mujeres, si de verdad disfrutaran ese papel que ellas mismas se han impuesto. Pero esa noche, en vez de gozar, de hablar otros temas que nos alejen del cotidiano, se la pasaron echándole tierra a los maridos, esos desconsiderados a quienes resienten cantidad, y en un final regresaron a casa a continuar, sin siquiera proponerse cambiar las cosas.

Los anuncios en la tele y en revistas y en todos lados nos presentan a mujeres amas de casa, que cargan el peso de toda la responsabilidad del hogar, y a las seis o siete de la tarde, cuando llega el marido hay que atenderlo como si sólo él hubiese trabajado todo el día. Hay además otro problema mayor, que es cuando los dos cónyuges trabajan fuera del hogar y las mujeres se siguen viendo reflejadas en la publicidad como las únicas responsables de las tareas domésticas. Entonces es eso lo que se les trasmite a nuestras hijas: estudia, trabaja, ten éxito y además ten tu casa como un crisol y a tu marido contento. ¿Y quién nos ayuda? Bueno… bueno, no se puede, no es justo, no hay que tener dos dedos de frente, con todo el respeto pero no hay que limitar ni deshabilitar a los hombres de ese modo.

Está en nosotras cambiar las cosas. Como mismo ha estado siempre en los grupos de minorías, excepto que nosotras no somos la minoría, estamos a la par y lo sabemos. Es muy fácil, si ellas cocinan, que ellos frieguen los platos, si ellas lavan, que ellos guarden la ropa, y así sucesivamente. Es imperativo informar a esos maridos, a esos hombres sueltos en los bares y en el súper, que la mujercita perfecta que lo tiene todo listo, se acabó, que ese estereotipo que ha aparecido de la superwoman, la mujer incansable, que no desfallece jamás, que siempre cumple con todas las obligaciones de la casa y la familia, que mantiene la llama ardiente del matrimonio, y además es la mujer más deseable del planeta, a quien incluso se le adjudican superpoderes al demostrar que puede lograr lo imposible, mientras algunas llevan carreras profesionales, simplemente no existe. Y a quien no le guste que le eche azuquita.

Leche paterna

enero 9th, 2009 § 0 comments § permalink

¿Quién no ha soñado con quedarse dormida, bien acurrucadita, con una frazadita, una nana preciosa y un pomo de leche y que se trate del órgano de ese hombre delicioso que tanto nos gusta? Así como ellos sueñan con ordeñarnos a nosotras, a la inversa sería una exquisitez. Los hombres siempre se quejan de que esa fijación oral obsesiva se produce de pequeños y se debe a que no atetaron el tiempo adecuado, pero nosotras también a veces necesitamos treparnos a una carnita abultada, suavecita, con lechita tibia de papá. Fuera de juego, sin vulgaridad ni nada similar, la pura visión de que un hombre nos amamante me parece hermosa y creo que a ellos les haría mucho bien. Poder nutrir a alguien por tu propio conducto es una satisfacción tan adictiva como pacificadora. No me refiero a una eyaculación predestinada, sino al acto puro de producir leche, como nosotras cuando damos a luz, con sabor a todo lo que se ha consumido en el día, frijolitos negros, pollito, platanito maduro frito, gelatina de fresa… Podría ser muy tierno y sensual a la vez. Y cuando estamos insoportables, incontrolables, un poquito de lechita sanaría tanto.

Ilustración: My Lonesome Cowboy de Takashi Murakami

Satanasa

enero 5th, 2009 § 0 comments § permalink

Qué feo es cuando nos cae la menstruación y algún hombre nos dice con el tono más condescendiente, de la manera más descarada, desinformada e insolente, que hemos estado actuando algo loca en los últimos días y seguro se debía precisamente a eso, a la menstruación, a esos días del mes que ni nosotras mismas nos resistimos y que si la malicia fuera medida durante esa semana, estaríamos todas bajo llave. ¡Qué ganas da de caerles a trompones en ese mismo momento! Si ellos supieran que la menstruación se trata de eso, es la señal mensual, el recado de los dioses, la forma más acertada de no dejarnos olvidar que en ellos -los hombres- no podemos confiar del todo. Ahí te das cuenta de lo equivocados que están cuando tratan de adivinarnos, cuando tratan de medir nuestros dilemas, nuestros dolores. Y ni hablar de las que hemos dado a luz.

Me reí cantidad con una amiga el otro día cuando me contaba que amaba su regla, y que al ducharse la contemplaba bajar con el mayor de los deleites, y que ahí ella veía la verificación concreta de la fecundación. Para mí ver sangre derramada que ha de desembocar de mis entrañas, directo al hoyo de la bañadera, es la prueba más ineludible de ese poder femenino que somos, en todos los contextos, pues sólo a nosotras nos pasan esas cosas tan a menudo. Cada mes, cuando una siente irritabilidad, malestar generales, dolores de cabeza, depresión, y a los días llega esa sustancia sanguínea, esos retorcijones en la tripa, esos deseos de aniquilar cuanto se nos ponga en el camino, es a mi entender lo que nos diferencia, lo que nos hace más fuertes y nos prepara de la forma más potente y varonil ante las eventualidades de la vida.

La pérdida de flujo menstrual es también una pérdida emocional que habitualmente dura entre 5 y 7 días, y se repite todos los meses con una frecuencia que oscila entre los 28 y 32 días. O sea que no hay escapatoria, y como dice mi amiga, hay que amarla, pues gracias a esa divina hemorragia llegamos todos aquí. Pero para amarla hay que conocerla y a nuestros hombres hay que enseñarlos a entendernos, como se les enseñan otras cosas, como por ejemplo a complacernos en la cama, a dividir los quehaceres de la casa, a freír un huevo sin que se cocine del todo la yema, también hay que explicarles cómo funcionamos cuando llega la visita de Satanasa. Es importante que ellos se enteren de que somos de dos maneras. De una forma durante esos días previos a la regla y de otra, seguramente más adorables, cuando por fin nos liberamos de ella. Y que esa loca en la que nos convertimos varios días cada mes, es un desajuste que nos sucede a nosotras también, y no es voluntad propia, sino las hormonas. Hay que imaginarse que es como si alguien nos oprimiera un botoncito e inmediatamente nos pusiéramos histéricas, hasta el punto que nosotras mismas no nos aguantamos, y más bien nos sentimos atrapadas en un cuerpo inflamado, amarillo y sangriento.

Las cosas son como son, y sin la menstruación adiós a la fecundidad, a la reproducción, a las salas de maternidad. Así que cuando nos vean que estamos a punto de volvernos locas, trátennos con cariño, con amor, ofrézcannos una compresa tibia y un caldito de pollo, que esa Satanasa representa la matriz de todos los que faltan por nacer. Aunque para los hombres lo ideal sería que nos metiéramos en un escaparte con una caja de chocolates, lo mejor es educarlos, explicarles el funcionamiento y de antemano cómo nos pueden ayudar, y cuales son los requerimientos para una recuperación rápida de esta expulsión periódica por vía vaginal que tiene gran significado, pero devastadoras consecuencias. Claro que como todo en esta vida hay un precio y precisamente es eso lo que muchas dejamos pasar por alto. Guía, reconocimiento y premio. A cambio de toda esa comprensión hay que dejarlos desparramarse un poco, emborracharse con sus amigos, ir a jugar golf, comprarse el último cablecito de la Apple, como mismo hacemos nosotras cuando ellos se enferman y luego de haber sido enfermeras una semana entera, al curarse necesitamos un reconocimiento y no dudamos en premiarnos, ya sea con unas cremitas o con un jean que nos haga lucir las nalgas de una quinceañera.